Por Frederic Desmonds ( 1877 )
Hermanos,
La cuestión de la cual, los miembros de la Comisión me han hecho el
honor de
nombrarme el ponente es, y no lo disimulo en absoluto,
una cuestión de
considerable importancia. Requiero tan solo como prueba
el considerable tiempo
que el Convento del año anterior y el que cada una de
nuestras Logias hayan
considerado dedicarle de modo individual durante el curso
de este presente año.
Requiero también como prueba el vivo y potente interés
que aportamos todos hoy
en día para su definitiva solución, para que vuestra
presencia, siendo muy
concurrida, aporte un testimonio irrecusable en este
ámbito.
También me preocupa seriamente en este instante,
Hermanos, el sentimiento
profundo de mi insuficiencia y mi sincero temor de estar
por encima de una tarea
tan delicada y elevada.
Pero lo que me tranquiliza al mismo tiempo, Hermanos, es
el pensamiento de ser
tan solo el intérprete de una Comisión, donde cada
miembro está dispuesto, y bien
me consta, a secundar con su apoyo fraternal.
Por ello dirijo este pensamiento a mis Hermanos, de los
cuales me atrevo a contar
con su indulgencia. Por mi parte, que estén totalmente
seguros de que me
esforzare para ser digno, así como de mi respetuosa
moderación de mi lenguaje y
de la alta confianza que ellos me han honrado.
Hermanos,
Nuestra Comisión, antes de estudiar la petición que ha
sido sometida a su
apreciación, se ha preocupado de una cuestión previa.
La Comisión ha considerado si el estudio de esta petición en el
Convento de este
año era apropiada y oportuna. También ha considerado la
opinión de los delegados
de nueve regiones, -de los cuales se han pronunciado
afirmativamente seis voces
contra tres. Cada uno de sus miembros ha recordado las
diversas objeciones que
fueron presentadas en sus respectivas regiones. Permitid,
Hermanos, poner a
vuestra disipación estas objeciones, y que aportéis
aquellas observaciones que
hayan suscitado en el seno de la Comisión.
Presten atención, se nos ha comunicado, que si se suprime
actualmente este
artículo de la Constitución, van a separar el Gran Oriente de
Francia de todas las
potencias masónicas del mundo. Van a aislarla del seno de
la Masonería
universal.
Si suprimen este articulo, harán surgir una agitación
dolorosa en las logias y
provocar en el seno del Gran Oriente de Francia un cisma
lamentable.
Si suprimen este artículo, no duden que los enemigos
declarados del nuestro Gran
Oriente de Francia aprovecharan nuestra decisión para
extender calumnias sobre
todos los masones, denunciándoles al mundo profano, como
materialistas o ateos.
Y con estas circunstancias, ¿no podría ser acaso esta
denuncia dañina para la
Masonería y sobre todo para las nobles y generosas ideas
que tiene como misión
defender y propagar?
Así son, Hermanos míos, si no me equivoco, las principales
objeciones que los
partidarios del aplazamiento del debate nos han
comunicado.
Tampoco hace falta decir, cuantos miembros de la Comisión han sido
unánimes
para reconocer, no solamente la sinceridad incontestable
de aquellos que nos han
sometido, sino también el considerable valor de cada uno.
Tampoco hace falta decir sobre todo, aquella legítima
deferencia, con la que la
Comisión ha acogido las observaciones siempre paternales,
que después de tantos
años representa el Gran Oriente de Francia, así como la
incansable abnegación, de
la cual la
Asamblea de este presente año viene a rendir su testimonio
tan legítimo e
impresionante.
De todos modos, mis Hermanos en virtud de este adagio que
es nuestra divisa para
todos:
Amicus
Plato sed magis amica veritas
De aqui nacióel posterior Cisma.