domingo, 19 de febrero de 2012

Discurso pronunciado en el aniversario 129 del Sob:.Cap:. Claudio J. Vermay n. 14 Cuerpo Subordinado al Sup:.Con:. del 33º para la República de Cuba

Sob. G.C.del S.C.del G. 33. Para la R. de Cuba. I.H. Lázaro Faustino Cuesta Valdés.
Sapientísimo Maestro.
II.PP.HH.
Dip. De Distrito.
Sobb. GG.II.GG.OO.
Tres.V.P.G.M. del Consejo Hab. No.
Muy I.C.E.J. del Consistorio Santiago No. 2.
Pasados Presidentes de Cuerpos.
MM.SS.ec.


He de comenzar esta intervención  agradeciendo a mi Q.H., S.G.I.G. Juan Francisco Romero García 33º, Diputado de Distrito, y miembro prestigioso de nuestro cuerpo por  elegirme  entre mis QQ.HH.  para ofrecer el discurso central de este  sensillo y sentido acto conmemorativo por la  fundación de nuestro Capítulo Rosa Cruz “Claudio Justo Vermay” No.14. Agradezco también profundamente a todos los HH. capitulares de Vermay,  pues en estos momentos el significado de la aprobación  de esta designación es revelador de un sentimiento que trasciende el mero reconocimiento para pronunciar  una oratoria.
No es posible discurrir en un acto como este sin honrar las memorias de nuestros fundadores, quienes reconociendo “…haber incurrido en error al empezar sus trabajos preliminares bajos la jurisdicción del cuerpo cismático que se tituló Supremo Consejo de Colón…piden que aquellos trabajos sean regularizados y se les otorgue el correspondiente Breve  para continuar bajo la obediencia del verdadero, legítimo y primitivo Supremo Consejo de Colón…”  En aquel momento nuestro cuerpo escocista llevaba el nombre de “Hijos de Tolemaida” No. 18.  
Sus Oficiales fundadores fueron :
I. H. Emilio Rodríguez Canalejo 32º, como Muy Sabio Maestro.
I.H. Juan Valdés Fuente 18º,  Gran 1º. Vig.
I.H. Aurelio Ortega Avella 18º, Gran 2º Vig.
I.H. José A. Borrero 18º, Orador.
I.H. Casimiro Blanco 18º, Secretario.
I.H. Rafael Piña 18º, Tesorero.

Es curioso que en aquel año de 1883 solo el Muy Sabio Maestro era acreedor del grado 32,  y que los demás cargos estaban ocupados por hermanos de grado18. Este detalle se verifica en los datos históricos que aparecen en otra candidatura, más completa, en el año 1887 en donde nuestro cuerpo dejaba de llamarse “Hijos de Tolemaida” No. 14, para titularse entonces “Claudio Justo Vermay” No. 14, y así rendir honor en vida a este prestigioso e Ilustre H., miembro numerario de nuestro cuerpo, por su incomparable desvelo en el desempeño sobresaliente de las labores de docencia y de masonería en general,  heredero orgulloso de la riqueza espiritual que le dejara su padre el I.H. Juan Bautista Vermay,  gloria de la cultura cubana por ser fundador de la Academia de Artes Plásticas “San Alejandro” y Soberano Gran Comendador de la Orden de los Constructores Masones, institución traída por este desde Francia y que se asienta en Cuba en el año 1816.  
Esta apreciación de los cargos desempeñados por los Soberanos Príncipes Rosacruces en el surgimiento de nuestro cuerpo es a propósito de un detalle que hemos venido observando desde que fuimos exaltados en el escocismo. En ocasiones nos lamentamos de tener una insuficiente asistencia de miembros en las sesiones capitulares y creo que una de las causas, entre otras, es que sin pretenderlo, quienes ya tenemos los altos grados coartamos la posibilidad a los 18 para que permanezcan gustosos y se desarrollen en su grado, y lejos de cautivarles los enajenamos de esos deberes que al final redundan en beneficio de su formación para responsabilidades futuras y en beneficio del escocismo.
No quisiera que vean en esto una cesura a los procedimientos tradicionales de nuestros trabajos capitulares  sino una intención  para dinamizar y potenciar con los integrantes propios del grado 18 esta importante fase de nuestra superación en el escocismo. Puede que haya hermanos que  subestimen las enseñanzas que nos aportan cada uno los grados escocistas, pero a pesar de  saber que tenemos derecho a la libertad de pensamiento, esta libertad queda limitada si desconocemos la necesidad de “Hacer fructuoso el pensamiento con la libre expresión de la palabra”, y esta frase es precisamente una importante enseñanza que nos brinda la filosofía escocista, específicamente la de ese tiempo de enriquecimiento doctrinal que es el grado 18 como camino hacia el progreso personal, con vistas a cooperar  con el progreso colectivo para bien de la Institución y de la sociedad, ya que en todo momento es factible el mejoramiento humano, mucho más hora que estamos en un momento universal en que la  necesidad de la elevación espiritual puede dejar de ser solo una aspiración para convertirse en una verdad tangible. Nada ni nadie escapa a los fenómenos universales de la evolución o del “evento destino” con el cual solo podemos interactuar y que algunos creen dominar sin poder ver que todos somos  resultado de este. En ese sentido creo que somos como piezas de un gran juego de ajedrez, en donde todas a pesar de su tamaño y valor, cumplen una función determinada en un espacio y tiempo determinados, siendo todas de una importancia vital, pero susceptibles a cambios en su valor y tamaño, en donde hay ocasiones en que una pieza menor puede ser provista de una responsabilidad decisiva. Aún quienes no conozcan elementalmente este juego ciencia  sabe que ninguna pieza se mueven por voluntad propia ni por sus propios pies, es decir, hay un pensamiento eternamente superior detrás de todo movimiento.    
Hoy estamos contentos  por la evolución, en cierne, que se observa en nuestro alto cuerpo escocista, pero para que esto esté sucediendo, involuntariamente también estamos siendo causa  de tribulaciones ajenas y propias, a las que están sometidos todos los masones de probidad manifiesta por aceptar la difícil encomienda de lograr el mejoramiento humano en este mundo de expiación  que se obsesiona en andar muy lento, tratando de justificar inútilmente por todos los medios su antipatía hacia las virtudes.
No crean que los que hoy son llamados a liderarnos están procurando alcanzar una vanidosa categoría. Siempre habrá alguien que se detenga a detallar las posiciones de jerarquía intrínseca en toda alta responsabilidad, y ocupado en esos detalles nunca advertirá la soledad en el sacrificio y  las angustias que acarrean aceptar, por principio, esas responsabilidades con total honradez y humildad. Por suerte ya estamos escuchando expresiones que están en correspondencia total con las realidades de nuestro entorno material. Siempre me ha preocupado la tendencia de las doctrinas distorsionadoras que conducen  a presumir de lo que no se tiene y a aparentar lo que no se es, las cuales han dejado siempre una estela de miseria reparable solo a largo plazo. La humildad a que nosotros nos referimos no presupone indigencia. Pero la grandilocuencia de nuestros títulos, en la nomenclatura masónica, tampoco implica literalmente opulencia material. Muchos de estos conceptos  son desfigurados al ser  esgrimidos por HH. desprovistos de filosofía y de una verdadera cultura  masónica, y en quienes depositamos inocentemente nuestras esperanzas, confiados en que  sus altos nombramientos y sus niveles de jerarquía los hacían poseedores también de un volumen doctrinal equivalente  a la grandeza de sus títulos. Y es bueno aclarar que si no podemos ser depositarios de mucho conocimiento, por lo menos debemos  ser ejemplo de modestia, humildad, honradez, y de verdaderos difusores del amor fraternal. Todas esas  cualidades son las que le suman mayor peso a la cantidad de de puestos que tengamos o al número de grados que hayamos alcanzado. El masón no se mide por  la cantidad de grados que acumule, sino por el peso de las doctrinas que logre interiorizar en cada grado.
Sé que dentro de los pensamientos preponderantes en estos momentos en el escocismo y en el simbolismo se encuentra el rescate de la espiritualidad masónica que ha sido de alguna  forma preterida como consecuencia de una realidad profana poderosa que nos ha calado pero por suerte no nos ha minado. Y si ese espíritu diáfano que aflora en nuestros dos cuerpos masónicos  se ha propuesto crecer, podemos tener la seguridad que la sociedad cubana tendrá por largo tiempo en nuestra Institución la garantía de un oasis de virtud que ni la pobreza podrá secar. 
A los pilares de “Vermay” de aquellos tiempos y de los sucesivos; a todos los HH. que encumbraron a este secular Soberano Capítulo Rosacruz,  vaya nuestro homenaje eterno, expresado en el  profundo esfuerzo que realizan todos los que como Uds., visitadores y miembros, presentes o ausentes,  al decidir sacrificar el precario espacio de esparcimiento que pudieran disfrutar junto a los suyos para dedicarlo a demostrar que aún en las situaciones de una letárgica esperanza de prosperidad, en el ser humano, en el masón cubano, existe la necesidad eterna del mejoramiento espiritual mediante la práctica de la virtud.
Felicidades.
Muchas gracias.

Ernesto Luis Ocaña Gallardo 32º.
16 febrero 2012

2 comentarios:

  1. Excelente Discurso, con sentidas palabras de nuestro Q. H Ernesto Luis Ocaña Gallardo

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  2. Excelente Discurso, con sentidas palabras de nuestro Q. H Ernesto Luis Ocaña Gallardo

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