ALTA M A S O N E R ÍA
LA carta pública
dirigida por el cardenal Spellman, arzobispo de Nueva York, a Mrs. Franklin D.
Roosevelt denunciando su historial anticatólico, saca a la luz la faceta de
sectarismo que presenta la política actual norteamericana, de la que Eleanor
Roosevelt se destaca como animadora. Las palabras que con este motivo le dirige
el cardenal no pueden ser más elocuentes. Califica a la ley Barden, que priva a
los niños católicos de su derecho constitucional de igualdad cora los demás
niños norteamericanos, de infame ley que injustamente discrimina contra los
grupos minoritarios de niños de los Estados Unidos, para terminar su carta
expresando a la inquieta viuda: Su “record” de anticatolicismo habla por si
solo; “record” que usted misma ha escrito en páginas de historia que no pueden
eliminarse, documentos de discriminación indignos de una madre americana.
No se trata de un
caso personal, que no hubiera movido la pluma del cardenal, sino de problema
mucho más hondo; no estarnos ante el hecho aislado de una mujer vesánica y
sectaria que hace blanco de sus fobias a la Iglesia católica, sino de todo un
sistema que crece invadiendo el Estado, y del que la insentata dama aparece como campeona.
El asunto tiene para los católicos mucho más alcance.
revista Life, de 28 de marzo de 1949, publica en una plana todo color un
magnifico retrato del Presidente Truman, adornado con todos sus atributos masónicos
y su cabeza aureolada por el resplandor de un globo terráqueo con la letra G,
inicial de la palabra god (Dios). El retrato, pintado por Greta Kenton,
destinado a la Gran Logia de San Luis, para nuestro caso de una elocuencia
abrumadora. Según texto de la expresada revista, el Presidente Truman ostenta
el grado 33, que le fué conferido en el otoño de 1945, al ocupar, a la muerte
de Roosevelt, la Presidencia de los Estados Unidos, un grado más alto que el de
cualquier otro Presidente anterior. Washington, Monroe, jackson, Polk,
Buchanan, Johnson, Garfield, McKinley, Theodore Roosevelt, Taft Harding y
Franklin Roosevelt han sido todos masones; pero, según expresión de la propia
revista, ninguno alcanzó el alto grado conseguido por Mr. Harry Truman; un poquito
más masón, por consiguiente, que los que le precedieron.
En Eleanor Roosevelt se da uno de esos casos que en
España llamaríamos de marirnachos o mujeres “machorras” que ingresan en las
logias y alcanzan en ellas, por su sectarismo, un alto puesto. Eleanor
Roosevelt es masona, masona activísima, que patrocina el grupo de los sectarios
anticatólicos. A ella acudieron en fecha reciente los masones españoles para
evitar la votación favorable a España en la Asamblea de la O. N. U., y ella
fué, según es público y notorio en los Estados Unidos, la que apartó al
Presidente Truman y al State Department de su propósito de votar a favor de
España en la Asamblea de la O. N. U., que oficiosamente incluso se había hecho
saber a la propia nación española. Mucho tiene que ser el poder sectario de esta vieja masona para influir en tal medida,
y en contra de las propias conveniencias del país, expresadas por sus Estados
Mayores, las decisiones presidenciales.
En tiempos del
Presidente Roosevelt, uno de los más poderosos masones americanos ocupó el
puesto de consejero privado del Presidente, el de Richelieu americano, como muchos
le designaron; durante varios años trabajó este ilustre y discreto masón por
que, al igual que en Inglaterra, pudieran fundirse en la Presidencia de los
Estados Unidos el supremo poder ejecutivo y los supremos poderes masónicos. Al
ocupar la Presidencia, por la muerte del anterior Presidente, Mr. Truman, de
gran abolengo masónico, se acerca a aquella meta deseada con la elevación de
éste al más alto grado de la masonería americana.
Aprovecha la
masonería el ascenso de los Estados Unidos al primer puesto rector del
Occidente, como consecuencia de la victoria, para intentar sujetar el Universo
al capricho de unas pasiones sectarias, que acabarán esterilizando lo que
intentan llamar el siglo de oro de Norteamérica. Ignora su pasión atea que el
destino colectivo de los pueblos está en la mano del Dios verdadero, que muchas
veces eleva al que más rápidamente va a dejar caer. La masonería puede desempeñar
el papel de azote en este caso. La esterilidad de la victoria ya se viene acusando.
La ofensiva a lo católico, y como inmediata consecuencia
de la ofensiva a España, no debe sorprendernos; la Iglesia católica viene
siendo desde hace más de un siglo el blanco de la masonería universal, y si
accidentalmente, por necesidades de la guerra y por el gran incremento de la
fe católica en los Estados Unidos, lo católico llegó a tomar estado y el poder
espiritual del Pontífice contemplado y cuidado por los Estados Unidos,
terminada la guerra, renueva la masonería su lucha sorda contra la Iglesia
católica, de la que la tristemente famosa ley Barden, que el cardenal Spellman
apostrofa, es sólo un dato. El reconocimiento del Estado de Israel, su entrada
en la O. N. U., la conducta hipócrita e injusta con España, la enemiga contra
la Argentina, la oposición sistemática a los católicos para ocupar puestos
rectores en la justicia o en el gobierrno del Estado, las mayores decisiones
en el orden nacional e internacional, obedecen exclusivamente a los dictados de
la masonería.
Repetidas veces, al correr de estos años, leemos en la
Prensa de los distintos paises noticias como las siguientes:
La revista Time, en otoño de 1945, publica habérsele conferido
el grado 33 de la masonería al Presidente Truman. En otro periódico de los
Estados Unidos se publica inmediatamente después: “Los representantes de las
distintas confesiones y sectas protestantes, obedeciendo consignas masónicas,
han pedido al Presidente Truman que retire del Vaticano a Myron Taylor,
representante oficioso de los Estados Unidos cerca de la Santa Sede.” En otro
de Suiza: “Las distintas sectas e iglesias protestantes, reunidas en un
reciente Congreso internacional en Suiza, acordaron organizar y emprender una
ofensiva contra la Iglesia católica.” A ello responde inmediatamente la Prensa
de Norteamérica: “El Presidente Truman ha acordado retirar a Myron Taylor,
representante norteamericano cerca de la Santa Sede, tan pronto como estén
firmados los tratados de paz.” Y es que lo protestante, así como lo judío y lo
masónico, marchan en el mundo íntimamente ligados.
Se da el caso
peregrino de que una Iglesia en decadencia, como la protestante, fraccionada en
varias decenas de ramas, que se atomizan a través del tiempo, y en un país en
el que existen más de treinta millones de ateos, financie en el extranjero, con
dinero del Tesoro americano, grandes colegios y misiones protestantes en Cuba,
las Antillas y paises hispanoamericanos de lengua española, con ánimo de romper
la unidad católica de estos países y preparar el camino para la dominación de
la masonería sobre los mismos, que, sojuzgándolos política y económicamente a
través de hombres de gobierno masones bajo la disciplina de las logias norteamericanas,
traicionen el interés de sus países y los subordinen a Norteamérica. ¿Por qué,
si existen tantos millones de ateos en los Estados Unidos, no se extrema allí
el celo de los pastores para ganarlos para su fe, en lo que encontrarían la facilidad
del idioma y el invertir los dineros en la propia nación, y, en cambio, se
multiplican estas misiones, provistas de millones de dólares, en los países
extranjeros para pretender rivalizar, y aun destruir, la verdadera Iglesia, de
la que en mala hora se separaron?
Detrás de un
aparente protestantismo, se alza el poder de la masonería, que invade el campo
de la política, el de la justicia, el de la enseñanza y todas las obras
filantrópicas en general. Quince
mil trescientas logias diseminadas, según la revista Look, y tres millones
trescientos mil agentes distribuidos en el país, explican claramente las
fobias anticatólicas de la Administración americana. No se nos arguya que hay
en la confesión protestante hombres de buena fe y aun masones decentes. No pretendemos
negarlo. Son muchos los incautos, los ignorantes o de débil fe que se dejan
explotar por los más maliciosos y falaces, y bastantes los masones engañados
sujetos a los grados inferiores y no iniciados en los designios verdaderos de
la Orden; pero esto no altera, antes justifica, el designio anticatólico y
racionalista que la masonería persigue, y que en otro trabajo ampliamente
trataré de demostraros.
Si
hoy el mundo occidental reconoce la sabiduría del representante de Dios en la
tierra al condenar en forma explícita y contundente al comunismo y a cuantos
con él se alían y colaboran, no se olvide que en 20 de abril de 1884,
reiterando la condenación de sus antecesores, Su Santidad el Papa León XIII
publicó su gran encíclica Humanum Genus en la que condenaba de forma semejante
a la masonería.
9 agosto 1949
Francisco Franco Bahamonde. Tomado de su libro "La Masonería"
Todavía nos cuestionamos por que tal interés y aberración a la Orden Masónica por este generalito. Más aún, que haya escrityo este libelo sobr el tema.