“El 23 de noviembre de 1871, en horas de la
tarde, alumnos del primer año de medicina se reunieron en el anfiteatro
anatómico denominado San Dionisio, contiguo al cementerio de Espada, en
La Habana, en espera de uno de sus profesores. Algunos de los
congregados -Anacleto Bermúdez, Angel Laborde, José de Marcos y Medina y
Pascual Rodríguez y Pérez- subieron al carro mortuorio de la Escuela de
Medicina y dieron vueltas por la plaza que existía frente al
cementerio. Por otra parte, Alonso Alvarez de la Campa, de dieciséis
años de edad, tomó una flor del propio camposanto.
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“El 25 de noviembre el gobernador político
de La Habana, Dionisio López Roberts, visitó el cementerio de Espada,
recogió del celador del mismo la falsa versión de que algunos
estudiantes habían rayado el cristal del nicho de Gonzalo Castañón -el
director de La Voz de Cuba muerto violentamente en Cayo Hueso, a manos
del separatismo cubano- y, acompañado de varios voluntarios y agentes de
policía, se presentó en la Escuela de Medicina, en busca, según dijo,
del "autor de los desmanes cometidos la tarde del 23 en el cementerio".
Tras las palabras amenazadoras de López Roberts, fue iniciado el
sumario. Cerca de cincuenta alumnos quedaron detenidos. Seis de ellos
ingresaron en la cárcel de La Habana bajo absoluta incomunicación.
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“El 26 de noviembre la mendaz imputación
hecha a los estudiantes de medicina adquirió los caracteres de verdad
inconcusa. Y los voluntarios, vociferantes, por medio de comisiones
negociaron con el Segundo Cabo: Romualdo Crespo, el fusilamiento de
víctimas propiciatorias. Un consejo de guerra verbal se encargó de
juzgar a los acusados. La defensa de éstos fue asumida, por Federico R.
de Capdevilla, capitán graduado del Ejército, quien calificó de "triste,
lamentable y esencialmente repugnante" el acto que le concedía la honra
de comparecer y elevar su voz ante un tribunal reunido "por la fuerza,
por la violencia y por el frenesí de un puñado de revoltosos". La
sentencia dictada por el consejo de guerra, injusta por cuanto era
condenatoria, pero sin pronunciamiento de la pena de muerte, exacerbó a
los amotinados voluntarios, que lograron de Crespo la formación de un
nuevo tribunal, en el que ellos tuvieron mayoría.
Federico Capdevila, Militar y masón español. Abogado defensor de los estudisntes
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“El 27 de noviembre se reunió el segundo
consejo de guerra. El delirio de los voluntarios había creado un
ambiente en todo propicio al sacrificio de los acusados. En forma
irregular, sin garantías para los enjuiciados, se desarrolló la vista.
Lo predominante fue el pugilato establecido en torno al número de los
que habían de ser fusilados. A la una de la tarde el consejo de guerra
firmó la sentencia, que condenó a ocho a ser pasados por las armas y a
treinta y cinco a presidio y reclusión por términos de seis años, cuatro
años y seis meses.
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“A las cuatro y veinte minutos de la tarde
del 27 de noviembre, de 1871, en la Plaza de la Punta, frente al costado
Norte de la cárcel de La Habana, se llevó a cabo el fusilamiento de los
ocho estudiantes de medicina condenados a muerte por la supuesta
profanación del sepulcro de Gonzalo Castañón. Los ocho inocentes así
inmolados a la furia del integrismo fueron Alonso Alvarez de la Campa,
José de Marcos y Medina, Carlos Augusto de la Torre, Eladio González y
Toledo, Pascual Rodríguez y Pérez, Anacleto Bermúdez, Angel Laborde y
Carlos Verdugo. Estos inocentes fueron víctimas de los excesos desatados
en Cuba por la reacción encaminada a contener los avances del
separatismo insular.”
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de
la Editorial Trópico, 1946
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Espacio personal para la difusión de ideas que elevan nuestra condición humana: Masonería y Sociedad, Historia y Filosofía. La Orden del Temple.
lunes, 26 de noviembre de 2012
Una Pagina Trágica en la Historia de Cuba
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