El sabio físico Albert Einstein uno de los científicos más grandes de todos los tiempos, sino el que más, estuvo en la Habana en una escala que hizo su barco cuando iba de camino a los EE.UU.
Una escala de poco más de 24 horas entre el día 21 y 22 de diciembre de 1930. Eran tiempos convulsos en la Habana en plena dictadura de Gerardo Mechado y se trató, como era lógico, dar a tan distinguido visitante un ambiente agradable y acogedor.
Así y todo lo agitado de la travesía y lo escaso de tiempo y el agobio de periodistas y curiosos, el genial investigador tuvo tiempo de reunirse con algunos científicos cubanos y comerciantes. Visitó la Secretaria de Estado, la Academia de Ciencias. la Sociedad Geográfica, el recién inaugurado Aeropuerto de Rancho Boyeros, los barrios más lujosos de la capital y clubes privados de la alta sociedad, así como deseó visitar en tal sentido, ver y comparar los barrios más pobres de la Habana y notar sus contrastes.
Rehusó igualmente, dando muestras de humildad y sencillez, pasar la noche en mejor hotel del caribe en aquellos momentos, "El Hotel Nacional"
Visitó además algunas escuelas técnicas e industriales, el acueducto de Vento, el Mercado Único y admirar en las afueras de la ciudad la belleza de la campiña cubana, no falto como es de notar una visita obligada a la Comunidad Hebrea. Su visita más singular la realizó no obstante a la tienda El Encanto donde fue agasajado con un sombrero Jipijapa, típico sombrero panameño de la época. Como agradecimiento dejó constancia de la visita en un cuadro fotográfico en recuerdo de tan memorable visita y corta pero provechosa visita y que la conseguimos con permiso de cubaperiodistas.
Largo tiempo estuvo la foto en los escaparates de dicho comercio con la paradójica frase:
"La ciencia une a los hombres y evita las guerras".
Otra foto en recuerdo de la visita
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