sábado, 11 de mayo de 2013

Maestros Comacinos, ¿El eslabón perdido?


Lago Como hoy. Estos célebres arquitectos toman su nombre por ser este su primer y principal asentamiento.

Leader Scott ha contribuido mucho a acercarlos con su obra “The Catedral Builders: The Story of a Great Masonic Guild”, libro que es una hermosa obra de arte de aguda erudición. Esta escritora mantiene la tesis de que el eslabón perdido de la historia masónica debe encontrarse en los Magistri Comacini, guilda de arquitectos que, cuando se derrumbó el Imperio Romano, huyó a Comacina, isla fortificada del Lago de Como, en donde mantuvieron las tradiciones del arte clásico durante las épocas de superstición y de ignorancia. Cree Leader Scott, además, que ellos fueron quienes crearon los estilos arquitectónicos italianos, difundiendo sus conocimientos por Francia, España, Alemania e Inglaterra. Dada su naturaleza, esta tesis es difícil y no susceptible de demostrarse absolutamente; pero la autora está acertadísima.
No afirma ella rotundamente que los Maestros Comacinianos fueran los precursores de la Masonería actual; pero, sin embargo, dice que
 “ellos forman el lazo que une los clásicos Collegia con las Guildas artísticas de la Edad Media. Eran Francmasones, porque pertenecían a una clase privilegiada de constructores, exenta de impuestos y
servidumbres, cuyos miembros gozaron de libertad para viajar por donde querían durante la época feudal”. “El nombre de Libera muratori no parece haberse utilizado por aquel entonces, pero, no obstante, los Comacinos eran arquitectos libres mucho tiempo antes de que se les denominase con ese nombre, pues viajaban libremente de lugar en lugar, como puede verse por sus emigraciones; y eran libres para fijar el precio de los trabajos por sí mismos, mientras los otros trabajadores se veían sometidos a los caprichos de los señores feudales o a los estatutos de salarios”. La autora cita el texto latino original de un Edicto del rey lombardo Rotario, fechado en el día 22 de noviembre del año 643, en que confirma ciertos privilegios de los Magistri Comacini y de sus colligantes. Por este Edicto se ve que no se trata de ninguna orden nueva, sino de una corporación de Maestros arquitectos a cuyas órdenes estaban algunos hombres que ejecutaban sus proyectos. Pues los Comacinos no eran vulgares trabajadores, sino arquitectos, escultores, pintores y decoradores. Si aceptamos como pruebas evidentes la afinidad de sus obras y trabajos en piedra, se puede afirmar que se deban a ellos las modificaciones que sufrió la arquitectura en Europa durante el período de la construcción de las catedrales, ya que en todas partes dejaron sus huellas
grabadas de tal modo que no dejan lugar a dudas.
Los Comacinos comenzaron sus emigraciones durante el reinado de Carlomagno, siguiendo a los misioneros de la iglesia a remotos lugares, yendo desde Sicilia a la Gran Bretaña y construyendo iglesias por doquiera. Cuando Agustín marchó a convertir a los habitantes de las Islas Británicas, los Comacinos le siguieron construyendo santuarios.
Bede menciona en el año 674 a los arquitectos enviados para construir la iglesia de Wearmouth y usa palabras y frases que se encuentran en el Edicto del Rey Rotario. Hubo un tiempo en que los eruditos no supieron cómo explicar la aparición simultánea en toda Europa de los cambios de estilos arquitectónicos. Pero esto se explica hoy día fácilmente estudiando el poderío y desarrollo de aquella famosa orden. La existencia de esta institución explica también que no se conserven los nombres de los arquitectos que proyectaron las catedrales, pues éstas no se debieron a artistas aislados, sino a una orden que las proyectaba, construía y decoraba. En 1355 se disolvió la guilda de los pintores de Siena y, más tarde, la de los Masones germanos, empezando entonces a aparecer artistas individuales que buscaban la fama y la gloria pero, hasta ese momento, la Orden había ejercido el poder supremo. Los artistas de Grecia y Asia Menor, emigrados de su patria, se refugiaron entre los Comacinos. Leader Scott cree encontrar en esta orden a los descendientes de los constructores del templo de Salomón. Sea como fuere, lo cierto es que nombre del rey hebreo corría en boca de los arquitectos de la era de la ignorancia y de la superstición.
Una piedra inscrita que data del año 712 demuestra que la Guilda Comacina estaba  organizada en Magistri y Discipuli, que obedecían a un Gastaldo, o Gran Maestre, palabras todas ellas utilizadas en nuestras logias. Además, daban el nombre de Loggia a los lugares en que se reunían, citando la autora una larga lista de ellas, extraída de los anales de diversas ciudades, y dando también los nombres de quienes ocupaban los altos cargos y a menudo de sus miembros. También tenían sus juramentos, maestros, vigilantes, señales, toques y palabras de paso, que formaban un lazo de unión más fuerte que los establecidos por la ley. Llevaban ellos delantales blancos y guantes y reverenciaban a los Cuatro Mártires Coronados de la Orden. Entre sus emblemas citaremos la escuadra, los compases, el nivel, la plomada y el arco. “El Nudo del Rey Salomón” constituía uno de sus emblemas, siendo otro la cuerda sin fin, símbolo de la Eternidad que no tiene principio ni fin. Sin embargo, posteriormente la Garra de León parece haber sido su emblema principal. En las ilustraciones que publica la autora se les ve vestidos con todas sus insignias, con mandiles y emblemas, como guardianes de un gran arte, de una gran enseñanza en la que eran maestros.
Creo que quien respete en algo los hechos no puede hablar tan a la ligera de una Orden que tiene antecesores tan notables como los grandes maestros comacinos. Si Fergusson hubiese conocido esta historia, no hubiera tildado de incapaces de erigir catedrales a los Francmasones en su Historia de la Arquitectura. De ahora en adelante podemos tener la certidumbre de que fueron los francmasones quienes levantaron las
catedrales que representan el drama de la fe medieval. La Orden francmasónica decayó a lapar que el arte Gótico, pero no dejó de existir, continuando su tradición simbólica entre diversas vicisitudes, a veces bastante dolorosas, hasta 1717, en que devino una fraternidad que enseñaba la fe espiritual por medio de la alegoría y la ciencia moral por medio de símbolos.
- Aunque la hipótesis de Leader Scott de que los Maestros Comacinos son los verdaderos antecesores de la Francmasonería no se ha demostrado por completo, se cree que, por lo menos, nos ha situado en el camino de la verdad. Posteriores investigaciones hechas por W. Ravenscroft en su ensayo sobre “Los Comacinos, sus Predecesores y Sucesores”, tienden a confirmar esa hipótesis, si bien no es posible aceptar su teoría sobre los predecesores de los Comacinos. Además, las investigaciones no han terminado y se pueden esperar otros resultados. Es cierto que puede ser que haya catedrales no construidas por los Comacinos, cuyos símbolos y formas son tan semejantes a los de la masonería actual, pero es indudable que ellos fueron la aristocracia del oficio, aristocracia de servicio, de talento, como la de Carlyle y Ruskin a quienes tanto admiramos. Los Comacinos fuero además democráticos, porque cualquiera podía llegar a los más elevados puestos por sus propios méritos. Es decir, que, tanto en la forma como en los símbolos, eran masones
(Véase el notable pasaje de la Historia de Francia de Michelet sobre el espíritu de la catedral masónica)


Joseph F. Newton, de su libro “Los Arquitectos”

2 comentarios:

  1. Soy de los que piensan que este tema, su investigación y análisis, pueden aportar mucho a esta historia
    Carlos B. García

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  2. Dead written content , regards for selective information .



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