Mis primeras
palabras van a ser de franco y generoso agradecimiento para cada uno de los
hermanos visitadores que esta noche; han orientado sus pasos a este templo,
para celebrar junto a los miembros de la Respetable, Meritísima y Centenaria
Logia “Silencio” sus 145 años de vida masónica.
En esta ocasión,
esta conmemoración reviste una muy especial evocación histórico-social; para mí
nación y en particular para la R.·.L.·. “Silencio”, la que el domingo 24 de
julio de 1868 en esta capital es refundada por 20 masones, siendo instalada el
11 de octubre de ese propio año, al siguiente día en que el Padre de la Patria,
Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo en el batey del ingenio de su hacienda
“La Demajagua”, inicia con el grito de
¡Libertad¡ la
guerra de los “Diez Años”, necesario y justo empeño para el logro de la
anhelada independencia. La R.·.L.·. “Silencio” fue el tercer taller masónico erigido
por el I.·. H.·. Vicente Antonio de Castro y Bermúdez al organizar el Gran Oriente de
Cuba y las Antillas (G.O.C.A.) a comienzos de la década del sesenta del pasado
siglo XIX cubano, cuyo período en este Hemisferio ya había sido descrito por
nuestro hermano José Martí como el de los procesos libertarios contra el coloniaje
español y portugués, el que se inicia en agosto de 1791, en Saint Dominique,
cuando los esclavos haitianos se lanzaron a la conquista de su libertad y que
va a concluir en una primera etapa con la independencia de los territorios
colonizados al sur del Río Bravo; por su parte, nuestro país comienza sus afanes
independentistas para mediados de ese siglo con el levantamiento en armas por
un grupo de residentes de la ciudad de Puerto Príncipe, liderados por el joven
Joaquín de Agüero y Agüero, hecho como ya sabemos, les costos la vida a él y a
sus compañeros. Pero mucho antes, desde inicios de esa centuria decimonónica cubana,
ya se habían realizado sin éxito varias conspiraciones, proyectos y hechos de
índoles independentistas o con supuestas tonalidades anexionistas, que como
sabemos no llegaron a recibir el necesario apoyo de los habitantes, por una
parte por el temor de que cualquier conmoción en el país, pudiera provocar una
rebelión general de los esclavos y por otra, porque aún la mayoría no había adquirido
el espíritu de pertenencia a la tierra en la que habían nacido y aún no estaba
conformado el carácter de nación, en aquellos momentos en ciernes, que si ya lo
veremos a fines de la década del sesenta con el levantamiento de los orientales
en la actual provincia de Manzanillo. Fue un largo período, en que el pensamiento
social y filosófico cubano se va a mover desde la corriente política del
Autonomismo hasta culminar en las ideas independentistas del Venerable Presbítero
Don Félix Varela y Morales, “…Sacerdote sin tacha. Eximio filósofo. Egregio
educador de la juventud. Progenitor y defensor de la libertad cubana.
Quien viviendo
honró a la patria y a quien muerto…” todos los cubanos debemos honrar y que
este año celebramos sin trascendencia sus 160 años de haber nacido en esta
tierra y que serían expuestas en sus clases de la Asignatura de Constitución en
el Colegio-Seminario “San Carlos y San Ambrosio” en la capital del país, clases
que él había denominado muy acertadamente como “Cátedra de la libertad y la
base del gran edificio de nuestra felicidad”. Todas estas ideas
independentistas van a tener su máxima expresión con el nacimiento del Gran
Oriente de Cuba y las Antillas, en cuyas Logias como ya conocemos, se fueron
fraguando el libre pensamiento y las ansias de libertad. Y es en este alto
cuerpo masónico donde nace esta logia “Silencio” con el número 3, la que
posteriormente es regularizada en la sesión del 24 de septiembre de aquel año
de 1868 del Gran Oriente de Colón, en la que recibe el número 23; año este en
que se van a cumplir también y es necesario reafirmar, los 145 años del comienzo
de los treinta años de lucha por nuestra independencia.
Y es en este período
de gran efervescencia patriótica y de ideas sociales, que los veinte hermanos
reunidos en la casa del Doctor en Medicina Casimiro José del Pilar Sáez y
García en la calle Industria, determinan regularizarse en el Gran Oriente de Colón;
eran 19 Maestros Masones y un Aprendiz; y esta noche, si me lo permiten,
quisiera recordar una vez más, los nombres y los datos generales de cada uno
como justa recordación a la memoria de aquellos primeros integrantes de la
Logia “Silencio”:
-Casimiro J. Sáez
-Manuel Pimental
Pio Rosado
-Pedro Martín Rivero
-Evaristo Martínez
Areces
-Evaristo
Casamayor
-Enrique Garmendía
-Vicente Andino
Abrahan
-José B. Urioste
Pérez
-León F. Dediot
Teodit
- Francisco Méndez
Menalao
-Justo Pérez de
Castro
-Rafael E. Girette
-Francisco Enrique
Poudens
-Manuel Molina
-Francisco León Cavaliña
-Esteban Piñilla
-Ladislao del
Valle
-Manuel Anguera
-Juan Bruno Díaz
-Julián Rey
Aquel día, los
allí reunidos decidieron y acordaron por unanimidad nombrar a Casimiro J. del
Pilar Sáez y García como Venerable Maestro de la logia y acertaron todos en la
elección; el médico Casimiro se va a distinguir en su labor fraternal y
masónica tanto en el Simbolismo como en el Escocismo y lo vamos a ver algunos
años más tarde, ya para mediados del mes de marzo de 1877 se va a desempeñar
como Diputado Gran Maestro junto al destacado intelectual y político, Antonio
Govín Torres quien, en esos instantes, comenzaba a ejercer la Gran Maestría en
la Gran Logia de Colón, ya en la Habana. Fue uno de los fundadores del Soberano
Capítulo Rosacruz “Verdadera Unión No. 5”. Siendo consagrado al grado 33 y posteriormente
coronado en 1882.
¿Que habrán
reflexionado aquel grupo de hermanos en aquellos días con respecto al taller
que ellos habían acabado de erigir sus columnas simbólicas?, desconozco y no es
mi interés especular, pero si estoy seguro que nunca llegaron a pensar que un
siglo y 45 años más tarde la logia que ellos lograron fundar, estaría reunida
en este hermoso templo junto a un grupo de hermanos para celebrar tan lejano
suceso y traerlos a nuestra memoria.
En anteriores
aniversarios los diferentes oradores que han hecho uso de la palabra siempre se
han referido a un numeroso grupo de hermanos que han visto la luz masónica en
la larga vida de esta Logia y hoy y una vez más, haré referencia a algunos de
ellos: a José M. Párraga, médico y colaborador de José Martí; a Martín Herrera,
destacado patriota en la guerra del 95, amigo personal también de nuestro José
Martí, que fue el encargado de conducir a Doña Leonor a su último encuentro con
su hijo en el Cayo y que estuvo presente y llegó a ser uno de los firmantes de
aquellas Bases Secretas que darían vida, unos días más tarde, al Partido
Revolucionario Cubano en aquel sencillo hotel “San Carlos”, también en el Cayo.
A Manuel Pimentel y José B. Urioste Pérez, ambos como combatientes en la Guerra
de los Diez Años, los cuales llegaron a integrar la expedición del vapor “George
B. Upton” que arribó por el norte de la antigua provincia de Oriente con personal
y pertrechos para las fuerzas mambisas. Este último hermano, logró participar
en el rescate del Mayor General Julio Sanguily, acción que fue dirigida con
todo éxito por Ignacio Agramonte. Ya en tierra agramontina, Urioste se va a desempeñar
como Segundo Vigilante de la Logia “Camagüey” en la manigua.
Otro destacado
miembro de nuestra Logia fue el tabaquero, maestro, escritor y poeta asturiano
Saturnino Martínez Areces, reconocido como uno de los pioneros del movimiento
obrero en Cuba y que por su iniciativa se fundará y va a dirigir el primer
periódico obrero en Cuba, denominado “La Aurora”. Fue uno de los organizadores
del primer gremio de tabaqueros en la Habana y estará a mediados de 1866 entre
los responsables de la primera huelga que registra la historia en nuestro país.
Y por último, a este incansable hermano y tabaquero se le reconoce el haber
introducido la lectura en nuestros talleres de tabaquería, como método de
enseñanza e información al obrero en ese sector. El Ilustre Hermano Enrique Llansó
Simoni, de sobresaliente ejecutoria en ambos cuerpos masónicos y en apoyo a los
desvalidos en nuestra Institución.
Nuestra Logia se
distinguió además, por su exención de esclavos (compra de la libertad de los
mismos) y en la fundación de escuelas para niñas y niños.
Entre las
iniciativas que fueron patrocinadas por nuestra Logia se cuentan las siguientes:
La organización y
fundación de la Biblioteca de la Gran Logia en 1916, aunque la iniciativa de la
creación de la misma ya había sido expuesta por Llansó Simoni en a Alta Cámara
en 1908.
Celebración el 24
de junio de cada año del Brindis Fraternal como tributo a los fundadores de la
masonería moderna en 1717.
La Biblia Viajera,
la que recorrió diferentes países de Nuestra América. Estas dos últimas, fueron
de la autoría del ex Venerable Maestro de nuestro taller Marcos Salomón
Pitchón.
La Cadena
Fraternal compuesta por 120 eslabones de plata, que recorrió en 1951 más de 80
logias en la provincia de La Habana.
En la cultura,
nuestra Logia ha propiciado el “Premio Cuba” en la década del 20 del pasado
siglo y desde la década del cincuenta hasta la actualidad el “José Martí Pérez
Guzmán” otorgado a los hermanos que hayan realizado excelentes trabajo por la
cultura en nuestra Logia; el cual ha sido otorgado en varias ocasiones a
nuestro queridísimo Secretario “ad vitam”, José Venerando Ramos
y a nuestro
hermano Luís Alberto Brown Colás por su trabajo en la revitalización de nuestro
Boletín, a ambos, muchas gracias.
Iniciativa aparte
se merece la fundación por parte de los hermanos Carlos Genaro Valdés y León F.
Dediot del periódico masónico “El Silencio” que llegó a editarse entre el 18 de
enero de 1874 hasta el 23 de septiembre de 1875, siendo el segundo periódico
masónico en nuestro país después de “EL Compás” de la logia San Andrés.
Con relación a
esta última, quedarían pendientes mis queridos hermanos, un estudio y trabajo
investigativo sobre la labor periodística de numerosos miembros de la
Institución en la prensa cubana y sobre la vida de incontables periódicos, revistas
y boletines que existieron durante el siglo XIX y el XX en Cuba. Nuestra Institución
en Cuba se lo merece al mantener con vida la revista “La Gran Logia”, verdadera
década de la prensa plana en nuestro país. Retomó una vez más el tema de los
miembros de la logia que se han destacado de manera destacadísima y que valdría
mencionar: a Octavio Samuel Martínez, Jesús Fernández Lamas, a Santiago Veiga
Mesa, Federico de la Paz Benítez, Julio Fernández de la Arena, Julio César
Llópiz Díaz, uno de los más destacados
periodista de la
prensa masónica en nuestro país y que gracias a su iniciativa se va a deber la
transmisión por las ondas radiales en 1928 de la celebración del 60 aniversario
de nuestra logia, a Arturo Girona, a los integrantes de la familia Noroña
(padre, hijo y cinco nietos), como la de los Troncoso, a David Díaz Artiles,
Miguel Manresa,
Manuel Cros Gómez, Emilio Díaz Ferrer, Francisco Bravo Tenreyro y un largo etcétera
de hermanos que haría larga la lista.
Y no por olvido,
quiero mencionar por último a Waldimiro Arcos González, destacadísimo hermano
que muchos de los aquí presentes tuvieron la dicha de conocer en vida y que
otros, como el que les habla no llegó a ver, pero que su influencia nos ha
alcanzado a través de sus enseñanzas que fueron recibidas por los primeros. Todos
estos hermanos y cada uno de los antes mencionados, se destacaron en las
distintas etapas tan difíciles por las que ha transitado la masonería y nuestro
taller en nuestro país; los cuales se multiplicaron en su esfuerzo en
consolidar la unidad, mantener la continuidad y los principios de nuestra
Institución y que otros, los menos, tratan de minar, a través de las envidias,
la mediocridad, las manipulaciones por ambiciones personales y otros males
terrenales, que sabemos siempre estuvieron, están y estarán presentes en
nuestra Institución. Pero que muchos otros, lograrán con amor desinteresado,
realidad del momento en que nos encontramos, creatividad en los retos que
enfrentaremos en el futuro cercano y sobre todo de sabiduría, en lograr
mantener la unidad que tanto nos he necesaria en estos momentos y sobre todo de
alejar de nuestra Institución esas negatividades del ser humano. Trabajar
mancomunadamente en la reconciliación, el diálogo y la armonía necesarios en
ambos cuerpos.
Esta noche hemos
recordado a muchos integrantes de la Logia Silencio en estos largos años de
vida masónica, pero no todo es loable en el taller y en la Institución en general,
aún enfrentamos la rutina en nuestras sesiones, la falta de asistencia de los
hermanos, el desconocimiento de nuestros rituales y sobre todo, de nuestras
leyes masónicas vigentes que ha conllevado a difíciles situaciones con
hermanos.
Son retos que
debemos enfrentar con creatividad y sobre todo con conocimiento del trabajo a
realizar. Ocuparse y preocuparse para que nuestras sesiones y talleres salgan
de ese marasmo masónico en que nos hemos sumido.
Hay que
profundizar en el estudio del simbolismo y de nuestros rituales. Y sobre todo
del estudio profundo de nuestro Código Masónico.
Queridos hermanos,
hagamos lo que nuestro deber y compromiso nos impone, alejemos de nuestra
Institución las desavenencias, rivalidades y protagonismos que solamente
reducen el respeto y la credibilidad de los masones en Cuba, trabajemos con el
corazón para que la obra de aquellos que hace 145 años decidieron edificar
continúe saludable.
La masonería en mi
patria lo necesita.
Me restaría solo
en nombre de la Respetable, Meritísima y Centenaria Logia “Silencio” agradecerles
a todos los hermanos y a cada uno en particular el habernos acompañado con su
presencia en este acto en esta noche de unidad.
Muchas Gracias
VH:. Miguel Torres