martes, 8 de octubre de 2013

Discurso en la RL:. "Silencio" por su 145 cumpleaños



Mis primeras palabras van a ser de franco y generoso agradecimiento para cada uno de los hermanos visitadores que esta noche; han orientado sus pasos a este templo, para celebrar junto a los miembros de la Respetable, Meritísima y Centenaria Logia “Silencio” sus 145 años de vida masónica.
En esta ocasión, esta conmemoración reviste una muy especial evocación histórico-social; para mí nación y en particular para la R.·.L.·. “Silencio”, la que el domingo 24 de julio de 1868 en esta capital es refundada por 20 masones, siendo instalada el 11 de octubre de ese propio año, al siguiente día en que el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo en el batey del ingenio de su hacienda “La Demajagua”, inicia con el grito de
¡Libertad¡ la guerra de los “Diez Años”, necesario y justo empeño para el logro de la anhelada independencia. La R.·.L.·. “Silencio” fue el tercer taller masónico erigido por el I.·. H.·. Vicente Antonio de Castro y Bermúdez al organizar el Gran Oriente de Cuba y las Antillas (G.O.C.A.) a comienzos de la década del sesenta del pasado siglo XIX cubano, cuyo período en este Hemisferio ya había sido descrito por nuestro hermano José Martí como el de los procesos libertarios contra el coloniaje español y portugués, el que se inicia en agosto de 1791, en Saint Dominique, cuando los esclavos haitianos se lanzaron a la conquista de su libertad y que va a concluir en una primera etapa con la independencia de los territorios colonizados al sur del Río Bravo; por su parte, nuestro país comienza sus afanes independentistas para mediados de ese siglo con el levantamiento en armas por un grupo de residentes de la ciudad de Puerto Príncipe, liderados por el joven Joaquín de Agüero y Agüero, hecho como ya sabemos, les costos la vida a él y a sus compañeros. Pero mucho antes, desde inicios de esa centuria decimonónica cubana, ya se habían realizado sin éxito varias conspiraciones, proyectos y hechos de índoles independentistas o con supuestas tonalidades anexionistas, que como sabemos no llegaron a recibir el necesario apoyo de los habitantes, por una parte por el temor de que cualquier conmoción en el país, pudiera provocar una rebelión general de los esclavos y por otra, porque aún la mayoría no había adquirido el espíritu de pertenencia a la tierra en la que habían nacido y aún no estaba conformado el carácter de nación, en aquellos momentos en ciernes, que si ya lo veremos a fines de la década del sesenta con el levantamiento de los orientales en la actual provincia de Manzanillo. Fue un largo período, en que el pensamiento social y filosófico cubano se va a mover desde la corriente política del Autonomismo hasta culminar en las ideas independentistas del Venerable Presbítero Don Félix Varela y Morales, “…Sacerdote sin tacha. Eximio filósofo. Egregio educador de la juventud. Progenitor y defensor de la libertad cubana.
Quien viviendo honró a la patria y a quien muerto…” todos los cubanos debemos honrar y que este año celebramos sin trascendencia sus 160 años de haber nacido en esta tierra y que serían expuestas en sus clases de la Asignatura de Constitución en el Colegio-Seminario “San Carlos y San Ambrosio” en la capital del país, clases que él había denominado muy acertadamente como “Cátedra de la libertad y la base del gran edificio de nuestra felicidad”. Todas estas ideas independentistas van a tener su máxima expresión con el nacimiento del Gran Oriente de Cuba y las Antillas, en cuyas Logias como ya conocemos, se fueron fraguando el libre pensamiento y las ansias de libertad. Y es en este alto cuerpo masónico donde nace esta logia “Silencio” con el número 3, la que posteriormente es regularizada en la sesión del 24 de septiembre de aquel año de 1868 del Gran Oriente de Colón, en la que recibe el número 23; año este en que se van a cumplir también y es necesario reafirmar, los 145 años del comienzo de los treinta años de lucha por nuestra independencia.
Y es en este período de gran efervescencia patriótica y de ideas sociales, que los veinte hermanos reunidos en la casa del Doctor en Medicina Casimiro José del Pilar Sáez y García en la calle Industria, determinan regularizarse en el Gran Oriente de Colón; eran 19 Maestros Masones y un Aprendiz; y esta noche, si me lo permiten, quisiera recordar una vez más, los nombres y los datos generales de cada uno como justa recordación a la memoria de aquellos primeros integrantes de la Logia “Silencio”:
-Casimiro J. Sáez
-Manuel Pimental Pio Rosado
-Pedro Martín Rivero
-Evaristo Martínez Areces
-Evaristo Casamayor
-Enrique Garmendía
-Vicente Andino Abrahan
-José B. Urioste Pérez
-León F. Dediot Teodit
- Francisco Méndez Menalao
-Justo Pérez de Castro
-Rafael E. Girette
-Francisco Enrique Poudens
-Manuel Molina
-Francisco León Cavaliña
-Esteban Piñilla
-Ladislao del Valle
-Manuel Anguera
-Juan Bruno Díaz
-Julián Rey
Aquel día, los allí reunidos decidieron y acordaron por unanimidad nombrar a Casimiro J. del Pilar Sáez y García como Venerable Maestro de la logia y acertaron todos en la elección; el médico Casimiro se va a distinguir en su labor fraternal y masónica tanto en el Simbolismo como en el Escocismo y lo vamos a ver algunos años más tarde, ya para mediados del mes de marzo de 1877 se va a desempeñar como Diputado Gran Maestro junto al destacado intelectual y político, Antonio Govín Torres quien, en esos instantes, comenzaba a ejercer la Gran Maestría en la Gran Logia de Colón, ya en la Habana. Fue uno de los fundadores del Soberano Capítulo Rosacruz “Verdadera Unión No. 5”. Siendo consagrado al grado 33 y posteriormente coronado en 1882.
¿Que habrán reflexionado aquel grupo de hermanos en aquellos días con respecto al taller que ellos habían acabado de erigir sus columnas simbólicas?, desconozco y no es mi interés especular, pero si estoy seguro que nunca llegaron a pensar que un siglo y 45 años más tarde la logia que ellos lograron fundar, estaría reunida en este hermoso templo junto a un grupo de hermanos para celebrar tan lejano suceso y traerlos a nuestra memoria.
En anteriores aniversarios los diferentes oradores que han hecho uso de la palabra siempre se han referido a un numeroso grupo de hermanos que han visto la luz masónica en la larga vida de esta Logia y hoy y una vez más, haré referencia a algunos de ellos: a José M. Párraga, médico y colaborador de José Martí; a Martín Herrera, destacado patriota en la guerra del 95, amigo personal también de nuestro José Martí, que fue el encargado de conducir a Doña Leonor a su último encuentro con su hijo en el Cayo y que estuvo presente y llegó a ser uno de los firmantes de aquellas Bases Secretas que darían vida, unos días más tarde, al Partido Revolucionario Cubano en aquel sencillo hotel “San Carlos”, también en el Cayo. A Manuel Pimentel y José B. Urioste Pérez, ambos como combatientes en la Guerra de los Diez Años, los cuales llegaron a integrar la expedición del vapor “George B. Upton” que arribó por el norte de la antigua provincia de Oriente con personal y pertrechos para las fuerzas mambisas. Este último hermano, logró participar en el rescate del Mayor General Julio Sanguily, acción que fue dirigida con todo éxito por Ignacio Agramonte. Ya en tierra agramontina, Urioste se va a desempeñar como Segundo Vigilante de la Logia “Camagüey” en la manigua.
Otro destacado miembro de nuestra Logia fue el tabaquero, maestro, escritor y poeta asturiano Saturnino Martínez Areces, reconocido como uno de los pioneros del movimiento obrero en Cuba y que por su iniciativa se fundará y va a dirigir el primer periódico obrero en Cuba, denominado “La Aurora”. Fue uno de los organizadores del primer gremio de tabaqueros en la Habana y estará a mediados de 1866 entre los responsables de la primera huelga que registra la historia en nuestro país. Y por último, a este incansable hermano y tabaquero se le reconoce el haber introducido la lectura en nuestros talleres de tabaquería, como método de enseñanza e información al obrero en ese sector. El Ilustre Hermano Enrique Llansó Simoni, de sobresaliente ejecutoria en ambos cuerpos masónicos y en apoyo a los desvalidos en nuestra Institución.
Nuestra Logia se distinguió además, por su exención de esclavos (compra de la libertad de los mismos) y en la fundación de escuelas para niñas y niños.
Entre las iniciativas que fueron patrocinadas por nuestra Logia se cuentan las siguientes:
La organización y fundación de la Biblioteca de la Gran Logia en 1916, aunque la iniciativa de la creación de la misma ya había sido expuesta por Llansó Simoni en a Alta Cámara en 1908.
Celebración el 24 de junio de cada año del Brindis Fraternal como tributo a los fundadores de la masonería moderna en 1717.
La Biblia Viajera, la que recorrió diferentes países de Nuestra América. Estas dos últimas, fueron de la autoría del ex Venerable Maestro de nuestro taller Marcos Salomón Pitchón.
La Cadena Fraternal compuesta por 120 eslabones de plata, que recorrió en 1951 más de 80 logias en la provincia de La Habana.
En la cultura, nuestra Logia ha propiciado el “Premio Cuba” en la década del 20 del pasado siglo y desde la década del cincuenta hasta la actualidad el “José Martí Pérez Guzmán” otorgado a los hermanos que hayan realizado excelentes trabajo por la cultura en nuestra Logia; el cual ha sido otorgado en varias ocasiones a nuestro queridísimo Secretario “ad vitam”, José Venerando Ramos
y a nuestro hermano Luís Alberto Brown Colás por su trabajo en la revitalización de nuestro Boletín, a ambos, muchas gracias.
Iniciativa aparte se merece la fundación por parte de los hermanos Carlos Genaro Valdés y León F. Dediot del periódico masónico “El Silencio” que llegó a editarse entre el 18 de enero de 1874 hasta el 23 de septiembre de 1875, siendo el segundo periódico masónico en nuestro país después de “EL Compás” de la logia San Andrés.
Con relación a esta última, quedarían pendientes mis queridos hermanos, un estudio y trabajo investigativo sobre la labor periodística de numerosos miembros de la Institución en la prensa cubana y sobre la vida de incontables periódicos, revistas y boletines que existieron durante el siglo XIX y el XX en Cuba. Nuestra Institución en Cuba se lo merece al mantener con vida la revista “La Gran Logia”, verdadera década de la prensa plana en nuestro país. Retomó una vez más el tema de los miembros de la logia que se han destacado de manera destacadísima y que valdría mencionar: a Octavio Samuel Martínez, Jesús Fernández Lamas, a Santiago Veiga Mesa, Federico de la Paz Benítez, Julio Fernández de la Arena, Julio César Llópiz Díaz, uno de los más destacados
periodista de la prensa masónica en nuestro país y que gracias a su iniciativa se va a deber la transmisión por las ondas radiales en 1928 de la celebración del 60 aniversario de nuestra logia, a Arturo Girona, a los integrantes de la familia Noroña (padre, hijo y cinco nietos), como la de los Troncoso, a David Díaz Artiles,
Miguel Manresa, Manuel Cros Gómez, Emilio Díaz Ferrer, Francisco Bravo Tenreyro y un largo etcétera de hermanos que haría larga la lista.
Y no por olvido, quiero mencionar por último a Waldimiro Arcos González, destacadísimo hermano que muchos de los aquí presentes tuvieron la dicha de conocer en vida y que otros, como el que les habla no llegó a ver, pero que su influencia nos ha alcanzado a través de sus enseñanzas que fueron recibidas por los primeros. Todos estos hermanos y cada uno de los antes mencionados, se destacaron en las distintas etapas tan difíciles por las que ha transitado la masonería y nuestro taller en nuestro país; los cuales se multiplicaron en su esfuerzo en consolidar la unidad, mantener la continuidad y los principios de nuestra Institución y que otros, los menos, tratan de minar, a través de las envidias, la mediocridad, las manipulaciones por ambiciones personales y otros males terrenales, que sabemos siempre estuvieron, están y estarán presentes en nuestra Institución. Pero que muchos otros, lograrán con amor desinteresado, realidad del momento en que nos encontramos, creatividad en los retos que enfrentaremos en el futuro cercano y sobre todo de sabiduría, en lograr mantener la unidad que tanto nos he necesaria en estos momentos y sobre todo de alejar de nuestra Institución esas negatividades del ser humano. Trabajar mancomunadamente en la reconciliación, el diálogo y la armonía necesarios en ambos cuerpos.
Esta noche hemos recordado a muchos integrantes de la Logia Silencio en estos largos años de vida masónica, pero no todo es loable en el taller y en la Institución en general, aún enfrentamos la rutina en nuestras sesiones, la falta de asistencia de los hermanos, el desconocimiento de nuestros rituales y sobre todo, de nuestras leyes masónicas vigentes que ha conllevado a difíciles situaciones con hermanos.
Son retos que debemos enfrentar con creatividad y sobre todo con conocimiento del trabajo a realizar. Ocuparse y preocuparse para que nuestras sesiones y talleres salgan de ese marasmo masónico en que nos hemos sumido.
Hay que profundizar en el estudio del simbolismo y de nuestros rituales. Y sobre todo del estudio profundo de nuestro Código Masónico.
Queridos hermanos, hagamos lo que nuestro deber y compromiso nos impone, alejemos de nuestra Institución las desavenencias, rivalidades y protagonismos que solamente reducen el respeto y la credibilidad de los masones en Cuba, trabajemos con el corazón para que la obra de aquellos que hace 145 años decidieron edificar continúe saludable.
La masonería en mi patria lo necesita.
Me restaría solo en nombre de la Respetable, Meritísima y Centenaria Logia “Silencio” agradecerles a todos los hermanos y a cada uno en particular el habernos acompañado con su presencia en este acto en esta noche de unidad.
Muchas Gracias

VH:. Miguel Torres

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