lunes, 2 de mayo de 2011

Otra entrevista a Leonardo Padura

imágen: "La voz de Asturias"

"En Cuba, casi todas las predicciones se han equivocado"
Leonardo Padura. Escritor. Ofreció  en Madrid, una conferencia: un recorrido literario por La Habana
BRAULIO GARCÍA JAÉN,  MADRID 27/04/2011 08:00
Lo raro no es que faltara papel, sino que el Ministerio de Cultura cubano ayudara a editar la última novela de Leonardo Padura. La edición cubana de El hombre que amaba los perros, un retrato de Ramón Mercader que incluye los últimos años que el asesino de Trotski vivió en la isla, se presentó en La Habana hace dos meses, dos años después de su edición española (Tusquets). "Yo pensé que esa novela no se iba a publicar en Cuba", afirma Padura en los jardines de la Biblioteca Nacional, donde ayer aprovechaba su paso por Madrid (hoy pronuncia una conferencia en la Fundación Ramón Areces) para trabajar en su próximo libro, una nueva aventura policíaca de Mario Conde. Será "una novela sobre la libertad", avanza.
Su última novela era una crítica al estalinismo. El tema de la próxima es la libertad, ¿será una crítica al castrismo?
No. Trato de no centrarme en temas excesivamente locales. Esta es una novela que va a tener un carácter universal. Y la búsqueda de la libertad creo que nos toca a todos: en una sociedad o en la otra. A veces puede ser la política, a veces la religión, el mercado o las convenciones sociales.
¿Se puede escribir contra el castrismo en Cuba?
Yo creo que esto cada vez va perdiendo sentido de una manera más evidente. Las propias reformas que se están planteando son un desmontaje de muchas esencias que se mantuvieron durante años: en lo económico, en lo social e incluso en lo político.
¿Está perdiendo sentido la crítica o la posibilidad de expresarla?
La posibilidad de expresarla nunca va a perder sentido. La libertad de expresión es una necesidad del artista en cualquier situación. Y del individuo en la sociedad, por supuesto. [La crítica] para mí nunca tuvo demasiado sentido. Siempre traté de que la política fuera una atmósfera, un subtexto, una condición de la novela, pero no el centro.
¿Sigue siendo optimista sobre la posibilidad de un cambio después del congreso del Partido Comunista?
Creo que sí. A ver: yo desde hace años me obligo a ser optimista. Porque del año 90 hacia acá ha sido una época muy dura para la mayoría de los cubanos. Yo soy de los cubanos afortunados: que vivo de mi trabajo, que puedo viajar con casi absoluta libertad, que tengo casa. Pero la mayoría vive en una situación bastante ajustada. No creo que se pueda hablar de pobreza ni de miseria, pero sí de una necesidad cotidiana de salir a buscarse el pan.
La edición cubana de su último libro se retrasó porque no había papel.
Eso la demoró. Pero bueno, una de las señales del cambio es que yo realmente pensé que esa novela no se iba a publicar en Cuba y se publicó gracias a que el Ministerio de Cultura dio el papel para que se hiciera la edición cubana.
En su conferencia de hoy en la Fundación Ramón Areces sobre la imagen literaria de La Habana, hablará de Cabrera Infante y Reinaldo Arenas, autores que no se pueden leer en Cuba.
No se venden, no se distribuyen, pero se siguen leyendo. Creo que sobre todo en el caso de Guillermo y Reinaldo, que no los cito por gusto, son escritores de los que un narrador contemporáneo cubano no puede prescindir.
¿Mario Conde los echa en falta? Es un policía que siempre soñó con ser escritor, y podría investigar la desaparición de esos libros.
Por supuesto que Mario Conde, como personaje, y yo, como escritor, somos deudores de toda esa literatura.
¿Es factible una primavera árabe en Cuba?
Mira: en diciembre de 2010, leí una entrevista con un escritor egipcio. Le preguntaban si pensaba que pudiera haber algún movimiento social en Egipto. Y dijo que para nada. Dos meses después se produjo. Cualquier sociedad puede sufrir un colapso en cualquier momento. Y no me gusta aventurarme a hacer predicciones de futuro. Y más en el caso cubano donde casi todas las predicciones se han equivocado.

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