José Martí con los tabaqueros de la fabrica de tabacos de Vicente Martines
Por: María Teresa Valverde Trujillo
Afloran sus elocuentes palabras y los tabaqueros cubanos prometen su ayuda para conquistar la independencia de Cuba.
"De la próxima guerra, e inevitable"
Bajo fuerte lluvia, en aquel avanzado atardecer del 25 de
noviembre de 1891, llegó José Martí por primera vez a Tampa, a la misma ciudad
en el Estado de Florida que había acogido siempre a miles de cubanos, muchos de
ellos torcedores de tabaco. Estos cubanos mantenían aun latente el culto
patriótico y entre ellos había antiguos servidores con la continua idea de
independizar la isla. Así hasta ellos había llegado noticias de José Martí, residente
en Nueva York.
Néstor L. Carbonell, patriota que había tomado acción en la Guerra
de los Diez Años y residía en Tampa desde 1889, como presidente del Club
Ignacio Agramonte había invitado a José Martí a tomar parte en una gran fiesta de
carácter artístico-literario a beneficio del Club, dejándole saber que los
cubanos de Tampa y Cayo Hueso deseaban su presencia. Centenares de cubanos
aguardaron el arribo de aquel, del que se decía, llevaba una estrella en la
frente y, -agrego yo- a Cuba en el corazón.
El acto de recibimiento a Martí fue muy sencillo como correspondía
a la ocasión: breves palabras de Carbonell, y breves palabras de Martí. Al día
siguiente aparece él en la tribuna de El Liceo Cubano y pronuncia su primer discurso
en el que sin frases banales evoca a la patria con esta austera admonición,
consigna que llevaba como móvil de su vida:
"Para
Cuba que sufre, la primera palabra...”
"...de altar se ha de tomar a Cuba, para ofrendarle nuestra
vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella. Y ahora, después de
evocado su añadidísimo nombre, derramaré la ternura de mi alma sobre estas
manos generosas que !no ha deshora por cierto! acuden a dármele fuerzas para la
agonía de la edificación."
Por su intensa moción y la novedad y encanto de su dicción puedo
figurar el inaudito efecto que produciría aquella voz de esperanza en todos los
emigrados.
...."Se me hincha el pecho de orgullo, y amo aun mas a mi
patria desde ahora,...” ...”creo aun mas en la república de ojos abiertos, ni
insensata ni tímida, ni togada ni descuellada, ni sobreculta ni inculta, desde
que veo, por los avisos sagrados del corazón, juntos en esta noche de fuerza y pensamiento,
juntos para ahora y para después, juntos para mientras impere el
patriotismo,...” y concluye su discurso con esta intensa alocución:
....¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los
corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo,
por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla para la
república verdadera;...” “...Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera
nueva, esta fórmula del amor triunfante:
“Con todos y para el bien de todos”
Fue un discurso en el que todo lo tendiente a exaltar y apasionar
se supeditó a la acción patriótica. De ese elocuente discurso del que solo he
presentado tres pequeñísimos párrafos, el auditorio lo denominó tomando su última
expresión, abarcadora frase martiana acerca de la República que ansiaba para
nuestro país.
Imagen de la casa donde José Martí –a petición de él mismo- se
hospedó en su primera visita a Tampa, propiedad del matrimonio Ruperto Pedroso
y Paulina Hernández, esclava que sus padres compraron su libertad y viajó a Florida
donde se casó con Pedroso, también cubano negro. Según declaraciones de ella, Martí
se mantenía toda la noche escribiendo. El matrimonio Pedroso donó este terreno
que es donde actualmente está situado el Parque Amigos de José Martí, cuya propiedad pertenece al gobierno cubano.
Noviembre 25, 2013
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