sábado, 31 de mayo de 2014

Cae Mortalmente herido José Martí

Por: Maria Teresa Villaverde Trujillo
Publicado en el semanario Libre

(Pintura cortesía de J..Cochy Arnau)

José Martí consideraba que no sólo era importante, necesario y preciso crear las bases de la futura República, sino que además estuviesen todos representados en ella. Era ese uno de los puntos a discutir en la reunión de Camagüey, hacia donde se dirigían el Delegado y el General cuando adelantaban el camino por la zona oriental; …y cuando surgió la batalla de Dos Ríos donde José Martí perdió la vida.
Al momento de ser herido mortalmente el Delegado vestía saco oscuro, pantalón claro, y calzaba borceguíes negros indumentaria que le había proporcionada el Dr. Elpidio Dellunde al momento de salir de Haití hacia Cuba. Entre sus prendas tenía un reloj de oro con sus iniciales, revólver con culatín de nácar, machete, alforjas de cuero, retratos y varios documentos, entre ellos la carta inconclusa dirigida al Licenciado Manuel Mercado, la que más tarde adquirió Enrique Ubierta  dándola a conocer. Además llevaba una escarapela cubana bordada con mostacilla la que se dice usó Carlos Manuel de Céspedes en la Guerra de los
Diez Años y un libro pequeño manuscrito con la propia letra del Padre de la
Patria.
En la mano derecha el Apóstol portaba una sortija de hierro con la palabra Cuba, sabemos fue realizada con los grilletes que usó en las Canteras de San Lázaro, en La Habana y que usaba desde 1887 cuando Doña Leonor se la entregó en la ciudad de New Yok
Extracto de la hoja de servicios del General de Brigada Don José Ximénez de Sandoval y Bellange, tal como se conserva en el nuevo Archivo General Militar situado en Segovia; al igual que se custodia toda la documentación de Cuba y Puerto Rico en un solo archivo general la documentación militar.
Don José Ximénez de Sandoval, General de Brigada, Jefe de la segunda Brigada de la 1ª División del 1er Cuerpo del Ejército de operaciones en la Isla de Cuba.
Certifico que:
Al frente de una columna compuesta por fuerzas de la media Brigada a sus órdenes, batió al enemigo en los montes de Isabelita y Mogote causando varios muertos al enemigo, entre ellos un titulado Capitán. Reorganizó las fuerzas de voluntarios de los importantes poblados de Palma Soriano y San Luis, organizó las guerrillas locales de estos puntos, Dos Caminos, el Cristo, Cobre y Cuba, dirigió las defensas interiores y exteriores de los mismos y levantó el espíritu de los poblados citados, operando al propio tiempo en su extensa zona teniendo frecuentes encuentros y tiroteos con el enemigo, dando en uno de ellos, y a la inmediación de Palma Soriano muerte á un titulado Coronel.
A instancia propia le fue confiado el mando de la columna protectora de un numeroso convoy de acémilas, para Remanganaguas y ventas de Casanova, y teniendo noticias en este último punto de que los insurrectos en número de setecientos caballos y trescientos infantes con sus Jefes de mayor prestigio se hallaban acampados en las orillas del río Contra-maestre, marchó con su columna al amanecer del diecinueve de Mayo en dirección a su campamento, donde sostuvo rudo combate rechazando varias cargas de caballería quedando su columna victoriosa, si bien con numerosas sensibles bajas quedando muerto sobre el campo el titulado presidente de la República Cubana D. José Martí á pesar de los inauditos esfuerzos que por retirar su cadáver hicieron. En esta acción dejó el enemigo sobre el campo catorce cadáveres más, y multitud de caballos muertos y heridos, correspondencia de importancia, muriendo además los titulados Coroneles Vellito y Lora, Comandante Estrada, titulado Teniente Coronel Norte americano Voiton y un corresponsal de un periódico americano.
Al dirigir personalmente y a la cabeza de una compañía un ataque a la bayoneta, fue atravesado de un balazo el caballo que montaba, que tuvo que sustituir por otro. Por este hecho de armas le fue concedida la Cruz de María Cristina de segunda clase.
El cadáver había sido identificado por el capitán del ejército español Enrique Santué, quien tenía conocimiento sobre él desde Santo Domingo, República Dominicana, ya que José Martí había viajado varias veces a esa ciudad para entrevistarse con el General Máximo Gómez.
En Remanganaguas, Cuba, se examinó el cuerpo desangrado de José Martí, se identificó y se redactó el informe forense que dejaría, a su vez, constancia efectiva de la muerte de José Martí en el campo de batalla en Dos Ríos, lo que significaba una inmensa perdida para la recién iniciada guerra.
                                                    Certificado de defunción

El que suscribe: Doctor Pablo A. Valencia, licenciado en medicina y cirugía.
Certifica:
Que el día 22 del mes y año que cursa, por orden del Excmo. Sr. General
Salcedo, comandante general del 1er. Distrito de la provincia de Santiago de
Cuba, se personó en el poblado de Remanganaguas, con objeto de identificar un cadáver que se suponía fuese del titulado Presidente de la República insurrecta don José Martí, a tenor de los datos que acerca de dicho señor se tenían, acondicionándolo al propio tiempo para que pudiera ser trasladado a esta ciudad.
Que los datos relativos a don José Martí, suministrados por personas que lo habrían tratado íntimamente son los que siguen:
1.- Se cree que tendría aproximadamente unos 48 años de edad.
2.- A la sazón en que desembarcó en esta isla para ponerse al frente del
Movimiento Revolucionario, estaba regularmente nutrido, constitución regular y temperamento bilioso. Aunque delgado, bien conformado; de estatura regular; pelo castaño oscuro rizado; una pequeña calvicie en la coronilla y entradas muy pronunciadas en las sienes; frente ancha y despejada; cejas de igual color que el pelo y no muy pobladas; ojos claros, nariz aguileña; bigote fino y poco poblado; buena dentadura, solo que le faltaba el segundo incisivo de la mandíbula superior del lado derecho, y los dientes, en su mayor parte eran puntiagudos; cara de forma oval.
3.- Que presentaba en las piernas señales de haber llevado grillos. Que en presencia de dichos datos se procedió, a las 5 y media de la tarde del día 23 del propio mes y año, al reconocimiento del cadáver, después de exhumado, y a pesar de encontrarse bastante adelantada la putrefacción se observó en él lo siguiente:
- Dicho cadáver parece ser el de un hombre cuya edad fluctúa entre los 45 y 50 años, de musculatura firme algo enjuta de carnes, circunstancia que aún podía observarse a pesar de la deformación propia del estado en que se hallaba, y de estatura regular.
- El pelo rizado, de color castaño oscuro, con una calvicie en la parte más alta de la cabeza, tiene grandes entradas hacia las sienes, que ponen de relieve la frente ancha y despejada. No lleva barba sino bigote muy fino y poco poblado y de color más claro que el pelo. La dentadura está con los datos arriba mencionados, así como también todo lo relativo a la cabeza y cara.
- Que presenta en la pierna derecha y en su tercio superior, una hendidura especial de la piel, correspondiendo a dicha hendidura un color algo más oscuro que el resto del cuerpo, prueba evidente de haber sufrido en aquella parte, durante algún tiempo, una presión con la contusión consiguiente, producida por un anillo de hierro colocado en dicho punto.
Que presentaba, además, las siguientes heridas:
- Una herida de bala penetrante en el pecho, cuyo orificio de entrada parecía corresponder a la parte anterior del pecho, a nivel del punto del esternón, el cual había sido fracturado, presentando al parecer dicha herida un orificio de salida por la parte posterior del tórax en el cuarto espacio intercostal derecho como a unos diez centímetros de la columna vertebral. Otra herida de bala, como a unos 15 cm de la misma y a 4 de la rama del maxilar inferior y cuyo orificio de salida se encontraba por arriba del labio superior, lado derecho, cuyo labio estaba destrozado. Otra herida igualmente de bala, en el tercio superior del muslo derecho y hacia su parte interna. Además, presentaba algunas contusiones en el resto del cuerpo.
De todo lo expuesto se deduce:
1. Que entre el individuo muerto en el encuentro que con los insurrectos han tenido nuestras tropas el día 19 del que cursa y cuyo cadáver se encuentra ante nuestra vista y los datos antes suministrados respecto a la persona de José Martí, hay completa conformidad.
2. Que en cuanto a los caracteres físicos y condiciones orgánicas existe igualmente, completo acuerdo, por lo que podemos asegurar que el cadáver expuesto a nuestros ojos es el del titulado Presidente de la República.
Una vez identificado se procedió a su conservación y preparación a fin de que pudiera ser trasladado.
Es todo cuanto tengo que exponer, y para que conste donde convenga expido la presente en Santiago de Cuba a los 26 días del mes de mayo de 1895.
Doctor.
Pablo A. De Valencia.

Síntesis biográfica del Dr. Valencia
El doctor Pablo A. de Valencia y Forns –quien certificó la defunción de José
Martí- certificación –no autopsia- escrita por su puño y letra, nació en La
Habana el 22 de junio de 1872 y falleció en Santiago de Cuba, en el Sanatorio de la Colonia Española, el 6 de enero de 1931. Mas tarde, un hijo del galeno exhuma sus restos y los traslada hasta la necrópolis de Manzanillo, en aquella época provincia de Oriente, Cuba, sitio en el cual permaneció hasta 1995, justo hasta la fecha en que se cumplía 100 años de lo acaecido de Dos Ríos.
Sobre su tumba una tarja nos deja saber que ahí yace quien: realizó la primera exhumación, identificación, reconocimiento y embalsamamiento del cadáver de José Martí.
Al cadáver de José Martí no se le hizo autopsia. Solo existe el documento
“certificado de reconocimiento forense” efectuado el 23 de mayo de 1895 y se guarda en el Archivo Central del Instituto de Historia Cultural y Militar, en Madrid, España.
Francisco Lancis Sánchez, catedrático de Medicina Legal, en1968 reportó y había demostrado en la Fragua Martiana que José Martí había recibido el balazo mortal en el pecho, mientras cabalgaba.
De acuerdo a la certificación del Dr. Valencia el Delegado recibió tres disparos.
El primer disparo, según anota el Dr. Antonio Cobo Abreu, le alcanzó el tórax; el segundo lo recibió en el cuello, posiblemente, con “la cabeza híper extendida por efecto del impacto anterior”; y el tercer disparo le alcanzó el muslo derecho mientras caía al cruzar la pierna por encima del caballo.
De acuerdo con los orificios de entrada y salida, dos de los tres disparos vinieron desde arriba.
Uno desde abajo o al menos desde la altura de un hombre a pie.
Lo que hace pensar que los disparos fueron efectuados, por lo menos, por dos tiradores.
Por mucho tiempo algunos escritores cubanos han mantenido que el práctico cubano Antonio Oliva no sólo se atribuía la muerte de Martí, rematándolo en el suelo, sino que le había dado “el tiro de gracia”, muestra de esa acción que no aparece en la certificación del Dr. Valencia, ni se vio en las siguiente exhumaciones. Esos hechos –no acontecidos- aparecieron en el periódico habanero "La Discusión" como noticia ofrecida por un español de la tropa de José Ximénez de Sandoval.
El propio Ximénez de Sandoval aclaró desde Valencia, en 1908, en carta a
Gonzalo de Quesada de que José Martí no había caído mortalmente herido en una emboscada.
Máximo Gómez apuntó en su Diario: “cuando Martí cayó, me había abandonado…”
Con lo que se comprueba una vez más de que el Delegado no se había quedado en el campamento sino que estaba, al decir también del patriota Dominador de la Guardia Diéguez, junto a Gómez, Masó y otros jefes en espera de entrar activamente en la contienda de Dos Ríos.

…Unos minutos después que muere José Martí la esposa del prefecto de este lugar, va corriendo al sitio del suceso, coge una botella, le echa tierra con sangre de Martí y la oculta bajo tierra… Tiempo después el General Enrique Loynaz habla con la familia Pacheco, sacan la botella y entierra otra con un papel dentro, y ponen una cruz de madera. En 1896 el General en Jefe Máximo Gómez visita el lugar acompañado por 300 hombres. Toma una piedra del Rio Contramaestre y pide a los mambises hacer lo mismo. Formados de dos en fondo depositaron las piedras colocándolas de Oriente a occidente a forzar a la cruz a quedar de cara al sol.

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