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Napoleón Bonaparte Nació
en Ajaccio, isla de Córcega el 15 de agosto de 1769, un año después que esta
isla pasara del dominio de Italia al de Francia. Fue el segundo de los ocho
hijos de Carlos Bonaparte y Letizia Ramolino, miembros ambos de la pequeña
burguesía corso-italiana. Su padre trabajaba como abogado y luchó por la
independencia de Córcega y después de que los franceses ocuparan la isla en
1768, ejerció como fiscal y juez e ingresó en la aristocracia francesa con el
título de conde.
Gracias a la influencia
de su padre, la formación de Napoleón en Brienne y en la Escuela Militar de
París estuvo subvencionada por el propio rey Luis XVI. Terminó sus estudios a
los 16 años y sirvió en un regimiento de artillería con el grado de teniente.
Ya iniciada la
Revolución Francesa, pasó a ser teniente coronel de la Guardia Nacional corsa
(1791); sin embargo, cuando Córcega declaró su independen
cia en 1793, Bonaparte, decididamente partidario del régimen republicano, huyó a Francia con su familia. Allí fue nombrado jefe de artillería del ejército encargado de la reconquista de Tolón, una base naval alzada en armas contra la República con el apoyo de Gran Bretaña (que junto a Prusia, Austria, Holanda y España, tras la declaración de guerra francesa a ésta última, habían constituido la Primera Coalición contra Francia en 1793). Reemplazó a un general herido, y, distribuyendo hábilmente sus cañones, expulsó del puerto a las naves británicas y reconquistó finalmente esta posición. Como recompensa por su acción Bonaparte fue ascendido a general de brigada a la edad de 24 años. En 1795 salvó al gobierno revolucionario restableciendo el orden tras una insurrección realista desatada en París. En 1796 contrajo matrimonio civil con Josefina de Beauharnais, viuda de un aristócrata guillotinado durante la Revolución y madre de dos hijos.
cia en 1793, Bonaparte, decididamente partidario del régimen republicano, huyó a Francia con su familia. Allí fue nombrado jefe de artillería del ejército encargado de la reconquista de Tolón, una base naval alzada en armas contra la República con el apoyo de Gran Bretaña (que junto a Prusia, Austria, Holanda y España, tras la declaración de guerra francesa a ésta última, habían constituido la Primera Coalición contra Francia en 1793). Reemplazó a un general herido, y, distribuyendo hábilmente sus cañones, expulsó del puerto a las naves británicas y reconquistó finalmente esta posición. Como recompensa por su acción Bonaparte fue ascendido a general de brigada a la edad de 24 años. En 1795 salvó al gobierno revolucionario restableciendo el orden tras una insurrección realista desatada en París. En 1796 contrajo matrimonio civil con Josefina de Beauharnais, viuda de un aristócrata guillotinado durante la Revolución y madre de dos hijos.
Acerca de la filiación
masónica de Napoleón no hay ningún documento histórico que lo atestigüe, mas sí
se afirma que sus hermanos lo fueron y que incluso uno de ellos, José Bonaparte
fue Gran Maestro y que por otra parte él fue protector de dicha Orden.
Como otros grandes
personajes históricos, Napoleón fue un hombre muy influenciado por la época que
le toco vivir, en este sentido, estuvo condicionado por la sociedad en la que
vivió, aunque su singularidad y sus dotes personales, le permitieron explotar al
máximo las oportunidades que la situación ofrecía a quien, como él, fuese un
joven militar ambicioso en una Francia en expansión y que a la vez deseaba
encalmar la Revolución.
Denigrado por unos y
engrandecido por otros, (sus soldados lo llamaban el Pequeño Cabo (Le Petit
Caporal), en tanto que los ingleses se referían a él con el despectivo Bonny y
las monarquías europeas como el tirano Bonaparte, el Ogro de Ajaccio o el
Usurpador Universal. En el fondo es común que todos, aquellos que se hayan
adentrado en el conocimiento de su vida, sientan cierta admiración hacia este
pequeño corzo que ha ocupado uno de los sitios más importantes que se ha podido
labrar en los libros de Historia.
Comandó campañas bélicas
muy exitosas, aunque con ciertas derrotas igualmente estrepitosas. Sus
agresivas guerras de conquista se convirtieron en las mayores guerras conocidas
hasta entonces en Europa, involucrando a un número de soldados jamás visto en
los ejércitos hasta entonces todo lo cual le sirvió para crear sobre él todo un
mito acerca de sus cualidades como estratega.
Tras su ascenso al
poder, la figura de Napoleón fue oportunamente ensalzada por la historiografía
militar oficial, mientras egolatría se manifestaba con un intenso culto, hacia
él, a través del Catecismo imperial, la fiesta de San Napoleón (el 15 de
agosto, en lugar de la Asunción) o las múltiples acciones de gracias (que
incluían un Te Deum anual conmemorativo del triunfo de Austerlitz) y
proliferaban las representaciones pictóricas de Napoleón, como héroe
conquistador o como majestuoso emperador. Por otra parte se dice que el acto de
su coronación como emperador y de su esposa Josefina como emperatriz, el 2 de
Diciembre de 1804 fue ejecutado por él mismo y no por el Papa en propiedad, Pío
VII, aunque este ultimo se encontraba en la ceremonia, como era usual en esa
época.
Napoleón es recordado
más por sus dotes como estratega que por su gobierno ilustrado, mas por encima
del mito que pueda existir sobre su persona, es importante conocer cuál fue el
significado real de la época napoleónica, qué legado, ideológico y material,
dejó a la posteridad.
Podría parecer, a la
vista de la rápida reposición de las viejas monarquías conservadoras europeas y
del clima de reacción que se instaló en Europa a partir después de su
definitiva derrota en Waterloo el 18 de junio 1815, que los actos napoleónicos,
y por extensión el mismo período revolucionario, fueron episodios tan
espectaculares como poco consistentes. Pero es una impresión engañosa ya que,
tanto en el ámbito territorial y político como en el terreno administrativo,
fiscal o jurídico, así como en el de las relaciones sociales, perduraron las
huellas dejadas por la época revolucionaria y napoleónica.
No obstante la caída del
imperio francés, lo cual devolvió a Francia sus
dimensiones antes del
mismo, se introdujo
cambios sensibles respecto a la situación prerrevolucionaria de los
estados que lo componían: además de
cuestiones de detalle (como las incorporaciones a Francia del condado papal de
Avignon o enclaves fronterizos en Alsacia y Lorena), una considerable
simplificación del mapa alemán, la reunión de las Provincias Unidas y de los
antiguos Países Bajos austriacos en un único estado (el reino de los Países
Bajos) y el reconocimiento de buena parte de las adquisiciones coloniales
británicas conseguidas en las guerras con Francia.
Más que un retorno a
1789, la caída del Imperio fue para las potencias vencedoras (Gran Bretaña,
Rusia, Austria y Prusia) la ocasión de rehacer en su provecho las fronteras
europeas y coloniales. En el terreno político, junto a la restauración de las
monarquías absolutas (como los Borbones españoles y napolitanos) se produjo la
aceptación de los principios constitucionales, tanto en el caso francés (en
forma de Carta otorgada por el monarca) como, de manera más clara, en el reino
de los Países Bajos.
Aparte de sus muy
conocidas proezas militares, Napoleón también es considerado por algunos como
un «monarca iluminado» por su extraordinario talento y capacidad de trabajo. A
el se debe el establecimiento del Código Napoleónico o Código Civil Francés, el
cual es uno de los más conocidos códigos civiles del mundo. Denominación
oficial que en 1807 se dio al hasta entonces llamado Código Civil de los
franceses, aprobado por la Ley de 24 de marzo de 1804 y todavía en vigor,
aunque con numerosas e importantes reformas. Creado por una comisión a la que
le fue encomendada la recopilación de la tradición jurídica francesa, dio como
resultado la promulgación del "Code civil des Français" el 21 de marzo
de 1804, durante el gobierno de Napoleón Bonaparte.
Este código fue ideado
con el fin de dotar a todas las provincias de las mismas leyes civiles. Su
realización fue confiada a cuatro juristas: Bigot de Prèameneau, Tronchet,
Portalis y Maleville.Expone los grandes logros de la Revolución: Libertad
individual, Libertad de trabajo, Libertad de conciencia, y Laicismo de Estado;
pero además Estipula la abolición del régimen feudal, haciendo imposible su
resurrección.
En el terreno de las
ideas, la época napoleónica también contribuyó a diseminar la semilla del
liberalismo y del nacionalismo procedente de la Revolución Francesa. También
aquí la aportación napoleónica resultó paradójica en la medida en que no fue
solamente la aplicación de estas ideas en las áreas de influencia lo que
aseguró su difusión, sino la reacción suscitada por el comportamiento del
régimen napoleónico a la hora de hacer efectivos estos principios, lo que
facilitó el arraigo de los mismos. Pero tampoco conviene exagerar la influencia
francesa en la gestación de unas corrientes que también bebían de otras
fuentes: en el caso del liberalismo, la corriente anglosajona, en la doble
vertiente norteamericana y británica, pues no hay que olvidar que la Revolución
americana había precedido a la francesa, y que en Inglaterra existía un régimen
constitucional peculiar, cuyo origen se remontaba a la segunda mitad del siglo
XVII, y una corriente partidaria de la ampliación de las libertades políticas
vinculada a la burguesía de confesión religiosa disidente; en el caso del
nacionalismo, junto al filón revolucionario francés, el de la nación como
conjunto de ciudadanos libres y soberanos, también existía la veta de origen
alemán, la del "volkgeist" de los filósofos e intelectuales románticos
de fines del siglo XVIII, idealista y apegada a las tradiciones lingüísticas y
culturales.
En Francia, la obra de
reforma institucional napoleónica estuvo lejos de abolirse en su totalidad.
Aparte del Código Civil
perduraron, otras líneas maestras como: la división departamental, con
la centralización
administrativa que comportaba; la reforma fiscal; el Concordato y la
organización de la enseñanza. Pero también en otros estados europeos el impulso
de nacionalización y centralización de sus instituciones debió mucho al periodo
napoleónico, a las reformas que los gobernantes de las áreas sujetas a la
influencia del Imperio introdujeron o a las que, en busca de la propia
supervivencia como estado, otros gobernantes se vieron obligados a implantar.
El caso de Prusia es
significativo en este último sentido: la situación limite a que se había visto
abocada tras las derrotas de 1806 y la paz de Tilsit (1807) propicio la puesta
en practica de unas reformas que, sin poner en peligro sus bases sociales,
permitieran, en un primer momento, afrontar las exigencias económicas de los
franceses y, más adelante, oponerse con éxito a ellos; la transformación del
viejo ejercito de Federico el Grande fue, como ya vimos, parte de este proceso;
pero también se incluyen en los cambios en la estructura de gobierno y en la
administración local, que mejoraron su funcionamiento aunque sin introducir
mecanismos importantes de representatividad, modestos --y pasajeros-- esfuerzos
por implantar un impuesto sobre la renta y una contribución agraria que
acabasen con el privilegiado tratamiento de la nobleza, y una abolición de la
servidumbre (edicto de 1807 y posterior regulación en 1811) que, a juicio de la
reciente historiografía alemana, supuso, además de la eliminación de
los vínculos de dependencia,
el acceso a la propiedad de una parte importante del campesinado, a pesar de la
interpretación restrictiva que se introdujo en 1816, cuando ya no era necesaria
la colaboración campesina en la guerra.
Los efectos de la
reforma institucional repercutieron sobre las sociedades de forma a veces más
duradera que la propia pervivencia de las instituciones. De manera general,
podría decirse que sentaron las bases de la sociedad del siglo XIX: unas clases
propietarias en las que las diferencias entre la vieja nobleza y la burguesía
se estaban difuminando, unas distinciones basadas más en la fortuna --en la
propiedad-- que en los privilegios, un marco propicio para el desarrollo de la
iniciativa privada y la economía de mercado, dentro del cual se desarrollaría
el proceso de industrialización.
El mismo Napoleón
aprovechó su destierro para contribuir a su propia leyenda, al presentarse en
las conversaciones con Las Cases (publicadas póstumamente en 1823 con el título
de Memorial de Sainte-Hélène) como defensor de los principios de 1789,
partidario del liberalismo y de la libertad de los pueblos y obligado a entrar
en continuas guerras por la coalición de las potencias reaccionarias. En lo
sucesivo, los actos napoleónicos quedaron mitificados como una época dorada, en
la que la grandeza de la nación francesa se acompañó de la prosperidad de
quienes vivían en ella.
La influencia de
Napoleón sobre Francia puede apreciarse incluso hoy en día. Los monumentos en
su honor se encuentran por doquier en París; el más señalado es el Arco del
Triunfo, situado en el centro de la ciudad y erigido para conmemorar sus
victoriosas campañas.
Su abdicación y
posterior deportación a la isla de Santa Elena, situada en medio del Atlántico
sur, entre las costa de Brasil y Angola y a unos 1930 Km al oeste de las costas
de esta ultima,, no acabaron con la exaltación napoleónica. Al contrario, las
tristes condiciones de su confinamiento y presunta muerte por envenenamiento,
unidas a las difíciles circunstancias económicas de la Francia de los primeros
años de la Restauración y a los temores que despertaba el revanchismo de los
realistas, dieron pie a que se propagase la leyenda napoleónica a través de los
relatos de los veteranos de las campañas militares y de muchos escritores
románticos.
Más allá de la muerte
física del Emperador, ocurrida el 5 de mayo de 1821 en la pequeña isla de Santa
Elena, sobrevivía su leyenda, capaz todavía de movilizar a sus compatriotas
décadas mas tarde, y, lo más importante, sobrevivieron buena parte de las reformas
que había transformado a Europa y de los ideales que las inspiraron. La
herencia napoleónica, la herencia de la Revolución y del Imperio, cualquiera
que sea la valoración que merezca, sin lugar a dudas marcó profundamente la
historia contemporánea.
1.1
Bibliografía
consultada
- Biografias.
Napoleón Bonaparte.
http://sobrehistoria.com/biografias-napoleon-bonaparte-1769-1821/.
- Napoleón
Bonaparte. Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004
Microsoft Corporation.
- Corcega.
Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft
Corporation.
- El legado napoleónico..
http://latam.msnusers.com/SoloNapoleon/tupginaweb2.msnw
- La génesis del héroe bastardo. Por Francisco
Domínguez Gonzalez. http://www.um.es/tonosdigital/znum12/secciones/Estudios%20H-Heroe%20bastardo.htm.
- Biografía: Napoleón Bonaparte (1769-1821),
emperador de los franceses (1804-1815). www.vidasdefuego.com/napoleon.htm
- Santa Elena. Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation.
Por Luis A. Brown m:.m:.
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