Luis Rodriguez. Figueroa (Imagen isla de tenerife Vivela)
Estando
enfrascados en la azarosa y difícil tarea de encontrar datos y elementos que nos permitan conjugar a los
personajes celebres la sociedad canaria y la masonería española, siempre
chocamos con el muro de los prejuicios y el hecho de que la masonería en España
y principalmente en el archipiélago canario es demasiado tabú. Han dado buena
cuenta en demonizar a la masonería las intolerancias del fantasma del
franquismo que todavía ronda sobre
nosotros y la intolerante y retrograda facción más atrasada de la iglesia
católica, todo esto en pleno siglo XX y
XXI. Algo siempre hallamos en nuestras
pesquisas, y por poco que sea, nos da la medida, ignorada por muchos, de los
importantes aportes de los miembros de la Orden de la “escuadra y el compás” a
este país.
A primera vista
en esta segunda parte de búsquedas nos topamos con dos personajes, dos
intelectuales de principios del siglo XX muy ligados entre sí, no solo por el
hecho de ser hermanos masones, sino porque la carrera de uno estuvo muy ligada
a la del otro. El más que controvertido, el pintor canario de origen cubano José Aguiar García nos llamó
primeramente la atención, pero el hecho de
haberse retractado de su condición de masón, de haber estado vinculado a
la falange franquista (quien sabe si por cosas del destino) se nos hacía más
que complicada la labor tanto y más por los pocos elementos sobre su vida y el
momento histórico que le tocó vivir nos
hacía más compleja la tarea. Esto nos hizo decantarnos por Luis Rodríguez de la Sierra Figueroa en su
magna condición de republicano y activista de izquierdas. Así como en sus facetas de político, escritor y masón
Nace nuestro
biografiado en el término municipal del Puerto de la Cruz, Tenerife el 19 de
noviembre de 1875 en el seno de una familia pudiente y acomodada. Hijo de Luis
Francisco Rodríguez de la Sierra y Emilia Figueroa Morales. Luego de terminar
sus estudios elementales su padre le costea la carrera de derecho en la
Universidad de Granada. Regresa ya
graduado en 1896 a su tierra natal para ejercer la abogacía, no sin antes hacer
un periplo por algunas de las ciudades más importantes de Europa, donde forja
su ideología política republicana e izquierdista, así como su inclinación a las
letras y sus capacidades como poeta, ensayista y escritor.
Como escritor
comenzó colaborando para varios periódicos y publicaciones de carácter
literario en su natal Tenerife. Su primera y más relevante obra pudiéramos
decir fue “El Cacique” de 1898, una
crítica al caciquismo y los terratenientes de las islas que se enriquecían a
costa del sufrimiento y la explotación de los campesinos. En 1915 co-escribe “Mea Culpa”, como poeta escribió entre otras, “El Mencey de Arautapala, Preludios, Mazir y
Banderas de la Democracia” esta ya en su madures intelectual, casi siempre
con el pseudónimo de Guillón Barrús. Para los entendidos su amplia y fecunda
trayectoria literaria le ubica en un lugar destacado en las letras canarias de
principios del XX. Siendo una pena que su labor como escritor sea tan poco conocida.
Como político su
pación por la lectura y su humanismo le inclinó rápidamente a la izquierda
republicana y posteriormente a un intenso activismo político. Fue un activo Concejal del ayuntamiento del Puerto
de la Cruz entre los años de 1912 al 1915. Posteriormente traslada su
residencia a la capital santacrucera donde también ejerce como Concejal del
ayuntamiento entre los años 1920.-22 y del Cabildo insular en 1921. Es electo Diputado a Cortes en 1936 por el Frente Popular como
representante del partido Izquierda Republicana del también masón Manuel Azaña.
Pues anteriormente en 1929 había sido miembro del partido Radical Socialista.
Por su dinamismo político y activista defensor de los más desposeídos es visto
con malos ojos por los grupos de poder de las islas y al iniciar la guerra
civil es detenido y vilmente asesinado el 21 de octubre de 1936. Su cuerpo nunca
pudo ser identificado ni encontrado. En 1944 (“pos-morten” ) sus bienes
fueron confiscados, condenado a doce años y un día de prisión, multado e
inhabilitado para cualquier cago publico “por
el delito consumado de masonería”, según la ley franquista de 1940.
No debemos dejar de mencionar su destacada y
valiente labor como abogado defensor de los obreros y campesinos acusados en
los llamados “Sucesos de Hermigua”, donde tras una violenta refriega contra
guardias civiles, instigados por caciques pierden la vida varias personas,
ellos solo buscaban trabajar honradamente para llevar al pan a sus mesas y así
mantener a sus pobres familias. De la misma manera su holgada posición
económica le permitió colaborar y apoyar a muchos de sus contemporáneos moral y
económicamente, tal es el caso respecto al pintor José Aguiar.
Como masón inicia
sus pasos en la logia Añaza 125 del GOLU:. por sus “relevantes prendas morales
y su exquisita cultura”, “así como su aplicación al estudio y el ser cariñoso
con su familia y sus amigos”, el 26 de diciembre de 1897 asciende al segundo
grado en 23 de noviembre de 1898 y
obtiene el tercer grado de maestro masón el 10 de enero de 1902, su diploma
tiene fecha de 17 de noviembre de 1903 con el nombre simbólico de Tirteo y ya
como logia Añaza n.1 del GOE:. Con toda seguridad y viendo su fecunda
trayectoria y personalidad, así como los vaivenes internos de la referida
logia y su politización por aquellos
tiempos, deja de cumplir sus deberes masónicos y diez años más tarde es dado de
baja por falta de pago y asistencia. No obstante a nuestro entender su carácter
y sus muchas obligaciones públicas y su
notabilidad social denotan que fue un masón de pies a cabeza.
Un contemporáneo
suyo, hermano masón, compañero de políticas y de letras Nicolás Estébanez Murphy
que le admiraba bien expreso de él: “es el poeta de lo porvenir, pues se ríe de
las antiguallas” y que con él: “El modernismo había llegado al Puerto de la
Cruz” Su natal ciudad le perpetua con el nombre de una calle.
Un ejemplo de sus
ideales se muestra en este cantar de sus “Preludios”
“... si te encuentras con un pobre
no lo mires con desprecio
que las desgracias aumentan
la fuerza del sentimiento...”
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