lunes, 3 de febrero de 2014

Masones Canarios del siglo XIX (VI)


Luis Rodriguez. Figueroa  (Imagen isla de tenerife Vivela)

Estando enfrascados en la azarosa y difícil tarea de encontrar datos  y elementos que nos permitan conjugar a los personajes celebres la sociedad canaria y la masonería española, siempre chocamos con el muro de los prejuicios y el hecho de que la masonería en España y principalmente en el archipiélago canario es demasiado tabú. Han dado buena cuenta en demonizar a la masonería las intolerancias del fantasma del franquismo que  todavía ronda sobre nosotros y la intolerante y retrograda facción más atrasada de la iglesia católica, todo esto en pleno siglo XX  y XXI. Algo siempre hallamos en  nuestras pesquisas, y por poco que sea, nos da la medida, ignorada por muchos, de los importantes aportes de los miembros de la Orden de la “escuadra y el compás” a este país.
A primera vista en esta segunda parte de búsquedas nos topamos con dos personajes, dos intelectuales de principios del siglo XX muy ligados entre sí, no solo por el hecho de ser hermanos masones, sino porque la carrera de uno estuvo muy ligada a la del otro. El más que controvertido, el pintor canario  de origen cubano José Aguiar García nos llamó primeramente la atención, pero el hecho de  haberse retractado de su condición de masón, de haber estado vinculado a la falange franquista (quien sabe si por cosas del destino) se nos hacía más que complicada la labor tanto y más por los pocos elementos sobre su vida y el momento histórico que le tocó vivir  nos hacía más compleja la tarea. Esto nos hizo decantarnos por  Luis Rodríguez de la Sierra Figueroa en su magna condición de republicano y activista de izquierdas. Así como  en sus facetas de político, escritor y masón
Nace nuestro biografiado en el término municipal del Puerto de la Cruz, Tenerife el 19 de noviembre de 1875 en el seno de una familia pudiente y acomodada. Hijo de Luis Francisco Rodríguez de la Sierra y Emilia Figueroa Morales. Luego de terminar sus estudios elementales su padre le costea la carrera de derecho en la Universidad de Granada. Regresa  ya graduado en 1896 a su tierra natal para ejercer la abogacía, no sin antes hacer un periplo por algunas de las ciudades más importantes de Europa, donde forja su ideología política republicana e izquierdista, así como su inclinación a las letras y sus capacidades como poeta, ensayista y escritor.
Como escritor comenzó colaborando para varios periódicos y publicaciones de carácter literario en su natal Tenerife. Su primera y más relevante obra pudiéramos decir fue “El Cacique” de 1898, una crítica al caciquismo y los terratenientes de las islas que se enriquecían a costa del sufrimiento y la explotación de los campesinos. En 1915 co-escribe “Mea Culpa”, como poeta escribió entre otras, “El Mencey de Arautapala, Preludios, Mazir y Banderas de la Democracia” esta ya en su madures intelectual, casi siempre con el pseudónimo de Guillón Barrús.  Para los entendidos su amplia y fecunda trayectoria literaria le ubica en un lugar destacado en las letras canarias de principios del XX. Siendo una pena que su labor como escritor sea tan poco  conocida.
Como político su pación por la lectura y su humanismo le inclinó rápidamente a la izquierda republicana y posteriormente a un intenso activismo político.  Fue un activo Concejal del ayuntamiento del Puerto de la Cruz entre los años de 1912 al 1915. Posteriormente traslada su residencia a la capital santacrucera donde también ejerce como Concejal del ayuntamiento entre los años 1920.-22 y del Cabildo  insular en 1921. Es electo Diputado a Cortes  en 1936 por el Frente Popular como representante del partido Izquierda Republicana del también masón Manuel Azaña. Pues anteriormente en 1929 había sido miembro del partido Radical Socialista. Por su dinamismo político y activista defensor de los más desposeídos es visto con malos ojos por los grupos de poder de las islas y al iniciar la guerra civil es detenido y vilmente asesinado el 21 de octubre de 1936. Su cuerpo nunca pudo ser identificado ni encontrado. En 1944 (“pos-morten” ) sus bienes fueron confiscados, condenado a doce años y un día de prisión, multado e inhabilitado para cualquier cago publico “por el delito consumado de masonería”, según la ley franquista de 1940.
 No debemos dejar de mencionar su destacada y valiente labor como abogado defensor de los obreros y campesinos acusados en los llamados “Sucesos de Hermigua”, donde tras una violenta refriega contra guardias civiles, instigados por caciques pierden la vida varias personas, ellos solo buscaban trabajar honradamente para llevar al pan a sus mesas y así mantener a sus pobres familias. De la misma manera su holgada posición económica le permitió colaborar y apoyar a muchos de sus contemporáneos moral y económicamente, tal es el caso respecto al pintor José Aguiar.
Como masón inicia sus pasos en la logia Añaza 125 del GOLU:. por sus “relevantes prendas morales y su exquisita cultura”, “así como su aplicación al estudio y el ser cariñoso con su familia y sus amigos”, el 26 de diciembre de 1897 asciende al segundo grado en 23 de  noviembre de 1898 y obtiene el tercer grado de maestro masón el 10 de enero de 1902, su diploma tiene fecha de 17 de noviembre de 1903 con el nombre simbólico de Tirteo y ya como logia Añaza n.1 del GOE:. Con toda seguridad y viendo su fecunda trayectoria y personalidad, así como los vaivenes internos de la referida logia  y su politización por aquellos tiempos, deja de cumplir sus deberes masónicos y diez años más tarde es dado de baja por falta de pago y asistencia. No obstante a nuestro entender su carácter y sus muchas obligaciones  públicas y su notabilidad social denotan que fue un masón de pies a cabeza.
Un contemporáneo suyo, hermano masón, compañero de políticas y de letras Nicolás Estébanez Murphy que le admiraba bien expreso de él: “es el poeta de lo porvenir, pues se ríe de las antiguallas” y que con él: “El modernismo había llegado al Puerto de la Cruz” Su natal ciudad le perpetua con el nombre de una calle.
Un ejemplo de sus ideales se muestra en este cantar de sus “Preludios”
             “... si te encuentras con un pobre
                  no lo mires con desprecio
                  que las desgracias aumentan

                  la fuerza del sentimiento...”

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