lunes, 2 de mayo de 2011

Los templarios: ¿Monjes y Guerreros?


    La Mítica  y tan controvertida  y estudiada actualmente Orden de los Caballeros Templarios fundada  oficialmente en  1118 con el objetivo de: “cuidar y proteger a los peregrinos que viajaban a tierra santa”, objetivo muy contrario a lo que realmente se dedicaron. Con unas reglas y votos muy estrictos de Pobreza, Obediencia y Castidad, pero, con la espada en alto. Denotando así la dualidad de la Orden que luego explicaremos.
   Como mismo expresa el Baussant templario con sus colores blanco y negro, simbolismo del color negros de la fe y el sacrificio entre otros y la pureza y castidad del blanco en  esa eterna dualidad entre el bien y mal, estandarte de lucha de la legendaria Orden que los identifica como Monjes y Guerreros a la vez, ¡curiosa fusión!

Baussant
Imégen: Encomienda de Barcelona
   Si nos atenemos etimológicamente a los conceptos, etimología y personalidad de lo que hoy  es un Monje: aquel individuo miembro de una orden religiosa, con reglas comunes y  que vive en monasterio y el guerrero: que es aquel perteneciente o relativo a la guerra y que guerrea. Yo entiendo que como se les atribuyen estas dos cualidades, es casi  imposible equiparar ambas cosas, pero bueno… la historia  así lo contempla. Cualquiera se preguntaría a casi ochocientos años de la aparente disolución de la Orden del Temple con los conceptos actuales ¿como se puede ser monje contemplativo y soldado a la vez?
   Yo creo sencillamente harto difícil vincular esas dos cualidades, solo se puede ser por un momento moje  dedicándose  a la meditación y el estudio y/o como soldado a  la preparación en las armas. Evidentemente partiendo de sus objetivos reales, el misterio que los envuelve en sus nueve primeros años, su marcado carácter heterodoxo y ecléctico, su inclinación abierta al misticismo y su avance institucional, todo esto vinculado a poder económico y a algunos errores cometidos en consecuencia a posteriori, elementos que cíclicamente les dio auge, apogeo y declive. Nos dejaron, mas que todo, un legado, un mensaje, no de sus errores pero si de sus virtudes y valores, para la nueva sociedad de hoy.
   Lógicamente no podemos convertirnos en Templarios del siglo XXI pero si podemos aplicar y derramar su elocuente mensaje en unos tiempos y una época que piden y desean ya una renovación del pensamiento y el actuar humano. Ellos con la búsqueda incesante del Grial, la palabra o la iluminación en si, para el creyente, la experiencia mística que nos acerque al creador y estar en conjunción con el y en camino de la constante renovación humana. Ese es el espíritu templario, el de cómo muchas Ordenes iniciaticas que buscan el renacimiento a la verdadera  luz, a la fraternidad humana y al amor en todos los actos de nuestra vida. No al materialismo, no a pensar que lo principal es el dinero o la jerarquía social y si por la modestia, la sencillez y la ética en nuestras relaciones humanas.  La humildad del Monje y la Voluntad del soldado.
   Es cierto que en su día muchos templarios cometieron graves errores, normales y comunes en la condición humana y en su peculiar momento histórico, pero el legado es no volver a cometer esos mismos errores y aprender de ellos. No debemos hacer votos de Pobreza, Castidad y Obediencia, claro que no, estamos en el siglo XXI y las circunstancias son diferentes pero si podemos aprender a ser tolerantes, a disimular los defectos de nuestros hermanos y ayudarles a corregirlos , a superarnos espiritual y cognitivamente y a utilizar ese conocimiento, en nuestro beneficio y en el  de los demás.
   Monjes, en el sentido actual de consagrarnos a la evolución personal y social, a la fraternidad y la filantropía, y guerreros para luchar con nuestras propias debilidades y las debilidades de los demás, armados claro, con la espada de la justicia, el ejemplo y el amor. Elementos que no nos harán superiores, pero si diferentes al resto de ciudadanos  y estos al vernos y admirarnos, muchos de ellos  nos seguirán y pedirán consejo. Monjes de nuestra reflexión  interior y guerreros del amor a los semejantes.
  Hay actos y conductas de las que debemos ser abanderados como lo fueron los buenos templarios de su tiempo. Debemos aconsejar a los descarriados, darles ejemplos, enseñar al ignorante, combatir el vicio, inspirar amor a la humanidad, darles amor a nuestros enemigos, ser tolerantes y persuasivos, tener en nuestro día a día  las palabras, Gracias, Me equivoqué, Tienes Razón, Buen trabajo, Investiga, Mejora.
 Un hombre mejor es posible y como decía el masón José Martí:
"El exceso de soberbia daña, pero el exceso de humildad lastima y deshonra"

Carlos B. García

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