jueves, 19 de mayo de 2011

A 116 años de la caida del Apóstol. 19 de mayo 1895


Recorte de la primera plana del bisemanario La Caricatura (9 de junio 1895) Contiene una foto de la imágen del cadáver del apósol realizada por Higinio Martínez el 27 e mayo de 1895

Emeterio S.  Santovenia en:
“Un día como hoy” Describe la muerte del apóstol

La revolución que en febrero de  1895 toma carácter de insurrección contra  el poder de España en Cuba, fue la revolución de José martí. De martí fue también la guerra entonces iniciada. Revolución y guerra eran producto de la vigorosa energía intelectual y de la enorme fuerza moral de aquel a quien sus seguidores acabaron por llamar maestro y apóstol. El maestro aunó voluntades dispersas y desorientadas después de una larga e infortunada contienda  emancipadora. El Apóstol consagró lo más y mejor de su existencia a precipitar  la transformación político-social de su patria.
Martí, como el mismo dijo, había evocado la guerra, la guerra necesaria y útil llamada a producir la gran mudanza que con todas las potencias de su espíritu anhelaba para Cuba. Aceleró el ordenamiento de los medios indispensables para la tamaña empresa. Autorizó el levantamiento general del país. Y tomó la ruta que debía conducirlo hasta la ribera donde empezaba el peligro real, ya en contacto con las armas que se esgrimían para conservar la colonia.
Vino de Santo domingo a Cuba en compañía de un parigual suyo en el heroico afán suyo de hacer libre a su pueblo: con Máximo Gómez vino de Santo Domingo a Cuba. Llegó a la Isla a media noche en un día de abril de 1895. Desde que de nuevo se halló  en su tierra quiso ser soldado. El pensador no dejaba de meditar. El alterador se sentía estremecido en un ámbito épico. El creador seguía su trabajo, viendo lo mismo la necesidad institucional o bélica exhibida a su paso que el desarrolla de sus ideas y planes en el resto del mundo. Pero no abandonaba aquel propósito temerario, el propósito de ser soldado, en la guerra por él evocada.
La revolución no  había dado aún las instituciones que debían permitirle llamarle República, y ya Martí era tenido por el Presidente. Esta era la jerarquía correspondiente a su obra patriótica. La revolución, en conformidad con claros procedentes cubanos y con arraigadas convicciones de su máximo propulsor, organizaría al país levantado contra la dominación europea, y su jefe civil tenía que ser el Apóstol. Pero este ansiaba ser un peleador mas. Se presencia  en los campos de la Isla y en los días de la guerra reclamaba el honor de las armas. Martí no renunciaba al derecho ni abandonaba el deber de ser un combatiente.
El 19 de mayo de 1895 estaba con Máximo Gómez  en Dos Ríos. Cubanos y españoles chocaron en momentos en que Martí, Gómez y Bartolomé Masó acababan de hablar con elocuencia, Martí corrió a participar en el combate, sin oír las indicaciones en contrario de Gómez. A poco Martí cayó de su caballo, a caballo de cara al sol, peleando por su patria, como el  habría querido, Martí cayó en Dos Ríos. Aquel día no hubo necesidad de tocar silencio en el campamento de Gómez. Sus soldados le saludaban con tristeza y entre si hablaban y decía  que nunca lo habían visto tan impresionado.


Grabado de la época que muestra al coronel español Ximénes de Sandobal haciendo uso de la palabra en el primer entierro de Martí. Sandobal siempre mostró respeto y admiración por el Delegado del PRC. Algunos afirman que los vinculaba la fraternidad masónica. Muchos identificaron su cadáver gracias a un retrato de Maria Mantilla, otros, los masones, vieron algunos objetos que lo identifcaron como tal, de ahi el respeto que muchos jefes españoles le profesaron a sus restos.

Versos sencillos
Yo quiero salir del mundo
Por la puerta natural
En un carro de hojas verdes
A morir me han de llevar

No me pongan en lo oscuro
A morir Como un traidor
Yo soy bueno y como bueno
Moriré de cara el sol


Yo quiero cuando me muera
Si patria pero sin amo
Tener en mi tumba un ramo
Se flores y una bandera

Tumba de Martí en el cementerio de Santa Efigenia

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