Semanas
antes de que termináramos de escribir este libro el presidente de la Comisión
Europea, José Manuel Durão Barroso, afirmaba refiriéndose a la situación en la
que se encontraba Grecia: "No hay alternativas ni plan B para Grecia. La
alternativa es la catástrofe". Siempre dicen lo mismo: sólo se puede hacer
lo que digan quienes están en el poder. Y cuando también insisten tanto en que
la alternativa es el desastre, la catástrofe, como dice Barroso,
¿a
quién puede extrañar que la gente normal y corriente, que se informa leyendo
sus diarios o viendo los telediarios en sus televisores, termine sintiendo
miedo y acepte sin rechistar esa "única" alternativa?
Una
única alternativa que siempre viene a ser lo mismo: recortar salarios (directos,
indirectos en forma de gasto social o diferido como pensiones). Cuando la
economía va bien, diciendo que es para que no vaya mal y, cuando va mal, para
que vaya bien.
Los
autores de este libro, como otros muchos científicos, sabemos que los argumentos
que los políticos y los economistas neoliberales dan para justificar lo que
proponen son falsos.
Sabemos
que hay alternativas, que se pueden hacer otras cosas distintas a las que
proponen la patronal, los banqueros, los directivos de los bancos centrales y
los políticos que comparten con ellos la ideología neoliberal.
Lo
sabemos sencillamente porque leemos, porque no recurrimos sólo a las
investigaciones de quienes se dedican a reforzar el pensamiento dominante sin
tener en cuenta los trabajos científicos que demuestran lo contrario. Por eso
sabemos que se puede crear empleo impulsando la actividad económica y no frenándola,
como quieren hacer los neoliberales. Por eso sabemos que para hacer frente a la
deuda pública es mejor proporcionar a los países capacidad para generar
ingresos propios y no quitársela porque entonces lo que se producirá será más
deuda, como ha pasado siempre y como va a ocurrir en Europa con las medidas
neoliberales que se están aplicando. Nosotros sabemos que hay alternativas, es
decir, que se pueden hacer otro tipo de políticas simplemente porque eso es lo que
demuestra la literatura científica, por mucho que se quiera ocultar por parte
de los neoliberales.
Y
sabemos también que las medidas que proponemos pueden ser más exitosas que las que proponen los
neoliberales, en primer lugar porque el éxito de
estas últimas es evidente si tenemos en cuenta la crisis a la que nos ha
llevado su aplicación en los últimos años, o el tremendo nivel de
insatisfacción que hay en España, donde nada menos que el 78 por ciento de la
población no está de acuerdo con las políticas de austeridad; en la Unión
Europea, donde el 68 por ciento de la población no está satisfecha con la
manera como se está construyendo esta institución, y muestra también desacuerdo
con las políticas que se están llevando a cabo; y en el mundo, donde el 50 por
ciento de los trabajadores gana menos de 2 dólares y no tiene ningún tipo de
contrato ni de protección social, en donde hay 1.100 millones de hambrientos y
casi 2.000 millones en situación de extrema pobreza.
Y
en segundo lugar porque es fácil comprobar que las propuestas que hacen los
neoliberales no responden a verdades científicas o evidencias empíricas sino a
creencias puramente ideológicas que, en muchas ocasiones, incluso chocan, como veremos,
con el sentido común más elemental. Si fuera verdad que las medidas
neoliberales consiguen realmente lo que dicen que van a conseguir, se
permitiría su discusión abierta y plural porque sus defensores podrían
demostrar de forma fehaciente que bajar salarios o reducir el gasto social aumenta
el empleo, o que privatizar las pensiones o los servicios públicos aumenta su
cobertura y calidad, como dicen.
Lo
que hacen, sin embargo, es imponerlas sin respetar las preferencias sociales,
sin que haya un auténtico debate democrático sobre ellas. Evitan el debate y
las imponen como si fueran directrices técnicas inapelables porque saben que no
es cierto lo que mantienen, que nada de lo que afirman se puede demostrar. La
realidad muestra sin ningún tipo de dudas que cuando se han aplicado las
medidas que ahora nos están proponiendo siempre ha bajado la calidad de vida,
del trabajo y la cantidad de empleo existente y que sólo han mejorado los
beneficios de los banqueros y de las grandes empresas.
Y
todo esto es lo que hemos querido desvelar con este libro a nuestros lectores. Lo
escribimos, pues, con el propósito de divulgar la falsedad en que se basa esa
idea tan difundida de que no hay alternativas, para demostrar que sí las hay y
que, además, son más eficaces para salir de la situación en la que nos
encontramos, para crear empleo decente y estable y para generar bienestar
social. Y, por supuesto, mucho más justas y humanamente satisfactorias. No
hemos pretendido hacer un libro académico, razón por la que sólo hemos aportado
las referencias bibliográficas esenciales y no nos hemos extendido en los
razonamientos y las demostraciones más complejas, pero los lectores y las
lectoras que estén interesados en profundizar más en los temas que abordamos
aquí no tendrán muchas dificultades para encontrar multitud de trabajos que
confirman nuestras tesis a poco que se esfuercen por ir más allá del
pensamiento ortodoxo que tanto abunda. Tampoco es, ni pretende serlo, un
prontuario de soluciones o un programa político aunque lo hemos querido
concluir con propuestas concretas para demostrar que no estamos hablando
simplemente de generalidades, sino que hacemos un análisis del que se derivan
opciones políticas que tenemos al alcance de nuestra mano si la ciudadanía se
empeña en que medidas como las que proponemos se pongan en marcha.
En
suma, el libro es el resultado de nuestro deseo de satisfacer una demanda
muchas veces sentida cuando hemos dado en los últimos tiempos docenas de
charlas, seminarios o conferencias tratando de aclarar lo que estaba pasando y
de aportar soluciones, sobre todo a personas que nos escuchaban sin tener formación
económica alguna. Por eso hemos procurado escribirlo, incluso cuando se refería
a asuntos ásperos y complicados, con la mayor sencillez y claridad para que los
pueda entender todo el mundo (algo muy despreciado, por cierto, por muchos economistas
neoliberales que parecen creer que hay más rigor científico cuanto más
ininteligible es el lenguaje que se utiliza).
Y
finalmente nos satisface reconocer que este libro se escribe pensando de forma
particular en esos miles de personas a quienes se lo hemos dedicado, a quienes
desde el 15M han salido a la calle reclamando un debate realmente democrático sobre
la crisis y sobre las soluciones más justas que se le pueden dar. Pero también
a quienes, sin haber salido a las calles, sabemos que ven con simpatía lo que
está ocurriendo porque también comparten el ideal de justicia de "los
indignados" y porque aunque todavía no hayan ido a ninguna manifestación
saben que
crear más desempleo y pobreza, bajar cada vez más los sueldos, los salarios y
las pensiones, permitir que miles de familias pierdan sus viviendas, dejar sin
financiación y sin clientes a. las pequeñas y medianas empresas o a los
trabajadores autónomos, o destrozar el medio ambiente... no se puede considerar
de ningún modo que sea una verdadera solución de los problemas económicos. Y
que, en consecuencia, saben que es necesario poner en marcha otras políticas
alternativas.
VICENÇ
NAVARRO, JUAN TORRES LÓPEZ
y ALBERTO
GARZÓN ESPINOSA
Barcelona
y Sevilla, julio de 2011
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