miércoles, 17 de julio de 2013

Del Origen Masónico, de la idea al verbo. Un punto de vista.

       
        
Lo mismo que definir, ubicar y determinar el origen de la idea masónica, es complejo  y siempre será incompleto, debido a que es una idea dialéctico-progresiva en constante  renovación. Su entorno  y espiritualidad determinan el  objeto y fin individual o colectivo de esta. Pudiéramos mencionar, corrientes de pensamientos, tendencias, personajes y hechos sociales relevantes al respecto, pero estaríamos desactualizados y obsoletos en el concepto mismo de la idea. No obstante como hecho social la Masonería por el amplio espectro de su obra debemos al menos como referencia, ubicarla o situarla a partir de. Como es lógico desde nuestro punto de vista debemos referirnos a algún que otro personaje  o hecho relevante que haya marcado tendencia  o más  bien el rumbo del concepto masónico  con la primordial idea de unir a los hombres de buena voluntad. Llevar el orden al caos, unir lo disperso y que haya luz en la oscuridad es su meta.
En primera instancia pudiéramos hacer referencia a definiciones, conceptos y características que pueden ayudarnos a hacernos una idea, aunque superficial de lo que hoy conocemos como Orden Masónica o sencillamente  Masonería. Su esencia la vemos en sus rasgos más característicos desde el punto de vista doctrinal como su carácter iniciático y su eclecticismo, su objeto podemos situarlo en su fin, la regeneración humana. Elementos que para los entendidos determina el papel  social y humanista  de la Orden. Para los que no, podemos decirles que la Masonería no ha inventado nada, ha tomado prestado cuanto elemento  pueda mezclar y aplicar que  de bueno pueda servir al ser humano, individual y colectiva- mente para poder cumplir a cabalidad su misión sobre la tierra. Aunque  como decimos los masones, cumplir con nuestros tres sagrados deberes: Para consigo mismo, para con nuestros semejantes y para con el Creador. Hoy día su naturaleza institucional ya sea personal  o  colectiva es la selectividad,  la tolerancia y la igualdad entre sus miembros.
No pretendemos aquí sentar cátedra  ni dar una teoría, cuando mucho y más una hipótesis, es más bien un punto de vista personal del cuándo y el cómo surgía esta idea masónica o algún que otro  personaje que puede haber determinado circunstancialmente en cuanto a lo que conocemos hoy como  fraternidad  de “la escuadra y el compás”.
La mayoría de los historiadores no se ponen de acuerdo  es en  cuanto a su origen y otros reconocen su desconocimiento al respecto. Muchos ponen sobre la mesa teorías, hipótesis, conjeturas, suposiciones, supuestos  todo tipo  y hasta especulaciones. Orígenes antiquísimos  que van más allá de lo evidente. Lógicamente dan su origen en las primeras civilizaciones y en los primeros sentimientos religiosos del hombre.Todos en sentido general y como norma,  no especifican ni  determinan el  cuándo ni el cómo. Esa amplia gama de hipótesis se ubica en lo que algunos entendidos llaman  pre-historia de la masonería, o sea la poca antigua que se escapa a la historia. Una manera sutil de conjeturar y  suponer, pero sin ubicar determinántemente el punto de partida, el inicio, el origen. Con toda la razón del mundo de las antiguas civilizaciones  hemos tomado, o nos han aportado elementos para conformar esa esencia ecléctica de la que hoy presumimos, filosóficamente hablando. Eso ha hecho que nuestra doctrina no se pueda ubicar en una corriente doctrinal determinada.
Nosotros solo pretendemos aportar nuestro granito de arena con algunas especulaciones que ponemos a vuestra consideración.
La Idea. Socializar y reflexionar
Como no nos arriesgamos  a nada concluyente, una conjetura no está de más. De ahí que muchas teorías bien  hilvanadas se caigann por su propio peso, pues necesitan de los elementos de otras para sostenerse.
Vamos a irnos bien atrás en el tiempo, al paleolítico, miles de años atrás y decir que pensamos que la idea de la masonería surgió al comienzo  mismo de la sociedad, cuando se hizo la luz, cuando el hombre descubrió el fuego.
Ese preciso  instante en que el hombre perdió al miedo, pudo protegerse, pensar y meditar para descansar. El fuego le aporto ese estado de bienestar y seguridad tan necesaria a la vida. Encierra el fuego en sí mismo un amplio y profundo simbolismo: corresponde al  punto cardinal sur, al color rojo, el verano y los sentimientos del corazón, la luz y el bien. Tiene además este elemento la capacidad de modificarse y transformarse. Casi al unísono de su descubrimiento el hombre primitivo lo adoró y le rindió culto, comenzaron a decantarse los primeros misterios y los antecedentes de  las  primeras religiones.  
En cuanto a su culto y adoración, se dice que el primero en adorarle fue el mito grecorromano de Prometeo, en algunos mitos Celtas y sobre todo en Zoroastro, aunque  también los sacerdotes egipcios lo veneraban con importantes elementos rituales. Sus trascendentales beneficios filosóficos y místicos fueron utilizados por la Orden desde sus inicios ritualisticos, sobre todo en los ritos iniciáticos y algunos conferimientos de grado, dado su poder renovador y purificador aportando a la ceremonia ese halo de misterio y misticismo. Este elemento que junto al agua, el aire y la tierra conforman la creación,  es el que más ha aportado al sentido religioso y místico del ser social.
El hombre ya tenía el Fuego, podía pensar y reflexionar sobre su entorno y aunque trajo serias desigualdades, aportó  un sentimiento de fraternidad, el hombre socializó. Estos dos elementos por si solos pudieron sentar las bases de  la idea, solo faltaba hacerla Verbo. Ese primer cambio y transformación lo harían la sociedad,  y el hombre. La sociedad “evolucionó”, desarrolló  su pensamiento y formas de actuar, se conformaron los oficios y  llego la arquitectura. Ese primer arte que también evolucionó convirtiéndose en la base material de la Masonería. Aquella primera cueva donde el hombre protegía al fuego se transformó en casas, en lugares de culto y luego en templos donde se plasman la idea que desencadenaría el verbo. Cada vez más el hombre sintió la necesidad de asociarse y reflexionar sobre lo que  pasaba  a su alrededor y los misterios de la creación ya que con el fuego, el culto al sol, la luz y el bien, llegaron también el mal y las desigualdades, terreno propicio para llevar a la práctica esa idea. Por tal razón y con lo que nos brindaba el fuego comenzamos a tomar conciencia. Con el tiempo el hombre experimentó, sintió, amó y lucho contra sus propias debilidades y las debilidades de los demás. Tenía la necesidad de satisfacer sus inquietudes espirituales y materiales. Pusimos la idea a buen resguardo, en un Templo, a esa idea  y en ese lugar nos encomendamos a ella. Pero esa la idea debíamos transformarla en verbo, debíamos actualizarla y renovarla.
Andando en el tiempo, el hombre fue evolucionando social y religiosamente, Los cultos, los mitos y sus adoraciones se convirtieron en religiones y creencias, todas las antiguas civilizaciones vieron en el Fuego, un salvador y una Luz que les guiara. Paralelamente los mitos también tomaron forma y Prometeo formó parte del Mito en sentido general, con una manera peculiar del origen del sagrado elemento. Desde los sumos sacerdotes egipcios y griegos hasta los sacerdotes de Zaratustra todos mostraban y adoraban al fuego como elemento primordial, de ahí su veneración y espiritualidad. Pero a este elemento se le debía dar cobijo, un altar y un lugar de adoración y culto, un templo. Aquellas primeras cuevas se fueron transformando con al arte de la arquitectura más arcaica en magníficos templos. Tal vez para que otros elementos, el aire  o el agua no  apagaran la llama.
A  medida que el hombre evolucionaba en sus ideas hacia lo desconocido perfeccionaba su arquitectura, mejoraba sus casas y también sus lugares de culto. Grandes palacios se construyeron a la par de grandes templos. Por tal motivo Prometeo ocupó un lugar cimero en la mitología griega y el culto al fuego ocupó un lugar cimero en la vida del hombre. Los magníficos templos del antiguo Egipto y en la arquitectura clásica greco-romana dieron a la sociedad esa sombra que propagaba la luz del fuego. De igual manera toda esa grandeza  material que iba acumulando el hombre le fue arrastrando hacia un precipicio sin fin. El hombre en ocasiones debió cerrar los ojos a los horrores que le rodearon y sentir los beneficios del fuego en lo más profundo de su ser. El mundo no se acabó en el año mil  por no escuchar al fuego, fuimos engañados. Esa grandeza humana también nos llevó a las más bajas pasiones, el hombre falleció, pero tuvo que renacer, el humanismo renacentista nos ayudó  a volver a tomar el camino de la trascendencia del ser social y ver la importancia de las buenas acciones en la creación. En eso el fugo también nos ayudó.
Con una idea primeramente arquitectónica y asociativa a los ojos del Creador, producimos  buenos hombres y monumentales Templos. Desde los Collegia romanos, que trasmitieron su arte de construir que fue recogido entre otros por los Magistri Commasinos  y de ahí  al arte arquitectónico  Gótico. El constructor se dio cuenta que podía hacer grandes cosas como persona y a la gloria del Gran Arquitecto del Universo.  De manera evolutiva  y siempre ecléctica se fue conformando la masonería primeramente como el arte sacro de construir. Aquellos constructores medievales pudieron hacer templos como Amiens  y Chartres   para trasmitirles algo a sus conciudadanos “iniciados”. Por eso se  asociaron en gremios  y  Ordenes monacales. La  masonería operativa  dio sus primeros pasos, su primera conformación social, pero de espíritu religioso y debíamos seguir avanzando.  Este sacro arte arquitectónico se llenó se misterios y simbolismos que solo los “iniciados” podían  entender.  Se fueron conformando y redactando normas, estatutos y principios que fueron estructurando esa incipiente idea.
Ya la  Escocia Henry St Clair nos regaló la “Capilla de Rosslyn” en el siglo XV. Un siglo más tarde Willian Shaw, ayudante general de obras del rey James VI dio estatutos y estructuras a las Logias, aquel espacio contiguo a la obra donde los obreros trazaban los planos y descansaban, también confraternizaban. Apareció entonces un elemento trascendental, the Word of mason y le agregamos un nuevo mecanismo al taller que iba camino a  convertirse en una Logia, justa, perfecta y regular, la memorización, este a su vez junto  junto a la reflexión.
El periodo  de algo más de cien años entre la primera mitad de  XVII y la del  XVIII  es crucial al primer espíritu masónico. A aquellos masones canteros y albañiles se les unen en calidad de aceptados, los primeros miembros no constructores u operativos, los primeros especulativos. Personajes ajenos al oficio que traían  prestigio social y sobre todo, sus ideas ilustradas. Aquellos primeros aceptados eran hombres de pensamiento que tenían por su capacidad y prestigio una gran influencia social. Dos ejemplos claros, Sir Roberto Moray aceptado masón  en 1641 y Elias Ashmole aceptado en 1646, ambos con una relevante trayectoria y aportes a aquella incipiente masonería inmersa en un franco proceso de transformación, iba de lo operativo a lo especulativo. Comprendiendo a estos personajes como masones, podremos entender su contexto social y trascendencia de la Masonería en aquellos tiempos.
El Verbo. ¿Para qué ser masón?
La sociedad era compleja y hostil, necesitábamos  como hemos dicho, llevar a la práctica la idea de regeneración, tolerancia y fraternidad, ¿pero cómo? de cierta forma con la ayuda de los poderosos, si no puedes luchar contra ellos, únete a ellos. Aquella naciente burguesía ilustrada era la única que podía hacer a nueva organización más  potente, dándole prestigio e influencia. Se crearon además las primeras sociedades filantrópicas y de ayuda,  eso si, con puntos en común. Aquellos primeros fundadores, más bien reorganizadores de la idea masónica, tenían muchas carencias y limitaciones ya al fin y al cabo, ¿eran iniciados? 
El 24 de junio de 1717 inicio de la llamada masonería especulativa se convierte en un punto de partida, un paso previo a la conformación de la idea. Pero en 1719 sucede un hecho trascendente, es electo como G:.M:. de aquella naciente Gran Logia, quien es para muchos el masón más eminente y trascendente de su tiempo. Ese masón que dio un antes y un después  a la  nueva sociedad y la transformó cabalmente en Masonería. No era el  capacitado cantero  del gremio ni el  suspicaz comerciante, era uno de los científicos más relevantes, un pastor protestante, unas de las mentes más preclaras de su tiempo, pero sobre todo  era un hombre libre y de buenas costumbres. Jean Teófilo Desagulier inglés de origen francés  es iniciado” probablemente antes de 1717 y por ende también un aceptado. Estudia en Oxford, en 1709 se hace Licenciado en letras, en 1710 obtiene el diaconado anglicano y luego capellán. Maestro en artes en 1712, posteriormente  obtiene la cátedra de filosofía experimental  (la física de hoy) y en 1718 doctor en derecho civil. Por sus amplios trabajos y grandes progresos científicos se codeó hasta con el mismísimo Newton, llegando a ser un miembro destacado de la Real Sociedad londinense.
Se dice que introdujo numerosos ceremoniales, como las cenas rituales, el uso de la espada como elemento simbólico, la biblia en sustitución de los antiguos deberes operativos como símbolo de la fe de los masones, así como sus contribuciones en cuanto a la leyenda hiramica en el naciente tercer grado. También es conocido su aporte y ayuda en la redacción de las Constituciones de 1723. Un hecho que no debemos perder de vista y si analizar a fondo si tuviéramos todos los elementos es su visita a la logia escocesa  “Mary Chapell” de Edimburgo en 1721. Esto supuso un gran paso en cuanto a los medios de reconocimientos y  puntos en común en claras convergencias entre estas dos organizaciones, aparentemente diferentes. Fue además G:.M:.adjunto entre  1722 y 1725 cargo que por razones obvias era quien guiaba la G:.Logia. Son consabidos además sus piezas oratorias a favor de la fraternidad y el espíritu de tolerancia. Este hecho vino a demostrar que la idea era cosmopolita, que todos los que nos consagramos a ella somos uno solo.
Ya con la idea más o menos concebida, algunos enemigos conseguidos y un vasto trabajo por hacer solo faltaba ir a nuestra conciencia, al trabajo individual y social, de o especulativo a lo real, de la teoría a la práctica para nuestra renovación individual  y colectiva. De todas maneras faltaría mucho tiempo todavía para que la Orden se asociara a la idea de la justicia, la igualdad y la libertad. Por eso la Ilustración y La revolución Francesa tienen  algo de Masonería. Pero no sería hasta el siglo XIX en que  gran cantidad de masones (no exactamente la masonería como institución) apoyaran los movimientos sociales contra el absolutismo y las tiranías en la lucha por la libertad, la independencia y la democracia. Para que se hagan una idea por solo poner un ejemplo, la historia de Cuba es incompleta si se obvia los aportes de la Masonería en todos sus elementos ya sea político y social.  De ahí que hoy podamos cuestionarnos, ¿por qué y para que soy masón?
Siglos de guerras, penurias, odios y pobrezas han sucedido desde aquel día de San Juan de 1717. Uniones, separaciones, excomuniones, penas y glorias, en fin, toda una serie de acontecimientos en donde ha estado presente la masonería y los masones. Una realidad que no ha sido suficiente. No podemos separar a la institución de la sociedad, pues somos parte de ella, y el mal siempre triunfa, por lo menos mientras lo permitamos. Nos queda nuestra conciencia y el auto-examen. La Masonería fue operativa, construyó y edificó. Luego se hizo especulativa, reflexionó, meditó y en cierta medida actuó. Cuan sociedad civil: el hombre como centro en la época clásica falleció, renacimiento humanista lo resucitó y la ilustración le dio esa antorcha que le faltaba para alumbrar el camino, seguimos teniendo el fuego!!

Pero viendo la sociedad actual ¿Nos quedaremos sentados en las butacas del taller dejando que la llama se apagué?

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