domingo, 12 de junio de 2011

¿Qué es la Masonería?


Respuesta de José A. Ferrer Benemelli, tomado de su texto "La Masonería".

Si la masonería no es satánica, ni tiene que ver con los judíos y sus
Protocolos, ni con los comunistas, ni con la pretendida conjura universal
secreta, la pregunta que puede surgir espontáneamente, después de oír
durante tantos años lo contrario, es: entonces. ¿qué es la masonería? O si
se prefiere: ¿qué tiene esa asociación para que haya sido perseguida con
tanta dureza y crueldad por comunistas, fascistas, nazis y en general por todos
los regímenes totalitarios, y para que siga siendo atacada en nuestros
días?
A la aparición de ciertos fundamentalismos y al resurgir de ideologías
neonazi hay que añadir las recientes actitudes negativas ante la masonería
de algunas iglesias tan tradicionalmente unidas a ella como la anglicana y la
presbiteriana, la de algunos sectores de la ortodoxa, y por supuesto la
católica con la desconcertante y contradictoria declaración del cardenal
Ratzinger de 1983 en la que, a pesar de haber sido suprimida la excomunión
de los masones en el nuevo Código de Derecho Canónico promulgado ese
mismo año, llega a afirmar que el juicio negativo de la Iglesia frente a la
masonería no había cambiado al considerar sus principios inconciliables con
la doctrina de la Iglesia, por lo que los cristianos (sic) masones estaban en
estado de pecado mortal y no podían acceder a los sacramentos.
La dificultad mayor para responder a la pregunta de qué es la
masonería, radica en que, en su formulación, está mal planteada puesto que
no se puede hablar de masonería en singular o en sentido univoco. Pues, así
como en la masonería operativa, en la de los constructores de catedrales
medievales hubo una cierta homogeneidad en los estatutos y fines que
rigieron aquellos gremios de albañiles o masones, con el paso a la
masonería especulativa o filosófica, a comienzos del siglo XVIII, la diversidad
de planteamientos ideológicos y prácticos llevó a la proliferación de múltiples
y distintas masonerías.
A través del espacio y del tiempo, la masonería se presenta hoy bajo
diversos aspectos, en muchos casos cambiantes. Los dos grandes bloques
de masonerías, las anglosajonas de influencia inglesa y las latinas, que hoy
día prefieren llamarse liberales como reproche directo al dogmatismo de sus
rivales, son sólo dos formas —no las únicas— de manifestarse. En teoría las
masonerías de cada país, en su multiplicidad, son independientes y no
constituyen ninguna organización internacional. Sin embargo, existen lazos
de amistad entre los que mantienen los mismos principios: las masonerías
liberales en torno a la asociación llamada Clipsas, de fuerte influjo francés y
belga a través de sus respectivos Grandes Orientes: las masonerías del área
y obediencia inglesa. lógicamente en torno a la Gran Logia de Inglaterra. que
es la que en última instancia decide y les concede o no la regularidad y reconocimiento
masónico, y la masonería iberoamericana asociada en la CMI
(Confederación Masónica Interamericana), de fuerte implantación entre las
más de treinta Grandes Logias que van desde México hasta el Cono Sur.
Pero si la independencia es total en las masonerías liberales y
latinoamericanas, lo es mucho menos en las reconocidas directamente por
Inglaterra, fuertemente vigiladas y controladas desde Londres siempre pronta
a rechazar a los que no se ajustan a sus reglas de juego.
Donde la amistad y la unidad resultan más problemáticas es en los
propios países y naciones, pues en cada uno existen a lo largo de la historia,
e incluso en nuestros días, no sólo una gran multiplicidad de ritos y grados.
sino de obediencias rivales en ocasiones, opuestas y enfrentadas entre sí
sobre el fin directo y preciso a alcanzar y sobre los métodos a emplear.
Confrontación tanto más llamativa cuanto se habla de cinco, diez y hasta
quince masonerías diferentes en un mismo país, donde las descalificaciones
mutuas, dentro y fuera de la misma obediencia masónica, traspasan los
muros de la intimidad para hacerse, muchas veces, públicas en los diversos
medios de información.
Estas constataciones son tanto más desconcertantes cuanto que se
refieren a una institución que se dice universal y fraternal y que se gloria de
una tradición inmutable en lo que se refiere al Absoluto. Todos los masones,
cualquiera que sea la vía que sigan, afirman en voz alta tener como
preocupación final la búsqueda de la Verdad. Pero la multiplicidad que las
masonerías presentan induce a pensar, dado que la Verdad es sólo una, que
los caminos para alcanzarla son muchos.
De ahí que el definir tal o cual masonería, o el definir las masonerías
desde una óptica masónica, política, religiosa, sociológica, histórica, o
simplemente periodística u otra, en muchos casos lleva a definiciones
dispares y contradictorias, cuando no falsas y erróneas.
Para algunos, la masonería es una mafia político-social y no retrocede
ante ningún medio. Para otros, no es otra cosa que una sociedad de ayuda o
socorros mutuos. También pasa - como hemos visto— por ser un
instrumento en manos de Israel. En otros tiempos fue acusada por algún
sector de la Iglesia de servir los intereses del protestantismo, hay autores
que ven en la masonería un instrumento útil del imperialismo británico, y no
han faltado los que incluso la han identificado con el comunismo
internacional.
La masonería, en sus constituciones y estatutos, prohíbe, en principio.
entrar en el tema político, pero el ritual de clausura de los trabajos de la logia
recomienda a los masones proseguir fuera la obra comenzada en el templo.
Por otra parte, por encima de las corrientes políticas (liberalismo,
republicanismo, socialismo, etc.) que en una u otra época han podido marcar
las masonerías de diferentes países, siempre encontramos en los momentos
más dramáticos de su historia a masones en campos opuestos (tropas de
Bolivar y tropas de Morillo, tropas de Franco y tropas de la República, etc.).
Algunos historiadores antimasones y además antimasones inteligentes,
como Bernard Fay o Henry Coston (los autores de La Masonería y la
revolución intelectual del siglo XVIII o de La Masonería y la 3ª República del
Gran Oriente. y Cuando la masonería gobernaba Francia) que si bien la
influencia política ha existido siempre no hay que confundir el papel de los
masones con el de la masonería. El propio Henry Coston tuvo la honestidad
de escribir: «¿Cuántas veces no se ha reprochado a la masonería lo que sólo
podía reprocharse a algunos masones, aunque éstos fueran altos cargos
masones, e incluso cuando éstos hablaban en nombre de su Orden? Es
injusto -añadiría —-hacer recaer a inocentes la falta de los culpables». O
como no hace mucho dijo el obispo de Amberes. monseñor Paul van den
Berghe. en una cena-debate celebrada en Bruselas. el 13 de noviembre de
1992, en torno al tema «Cristianos y masones dialogan», a propósito de la
Iglesia católica: «En la práctica la Iglesia debe ser extremadamente prudente
y paciente, a fin de no lesionar los derechos de los fieles. Debe estar muy
atenta para no condenar gentes por prácticas que no hacen, o por tesis que
no defienden».
Por otra parte, en realidad, hay que convenir que siempre han existido
dos clases de masones, y por tanto de masonerías, y no me refiero ahora a
las tradicionales masonerías anglosajonas o «regulares» y las masonerías
latinas o liberales, sino a los que van a la logia para conocerse mejor y
realizarse plenamente en todos los aspectos de su vida, y los que no
teniendo ninguna aspiración espiritual, sólo acuden a la fraternidad de los
demás para triunfar y progresar en su carrera. Estos últimos —sobre todo
cuando llegan a o se autoproclaman Grandes Maestres, que de todo hay en
la historia de la masonería incluso de la muy reciente— no sólo
comprometen gravemente la masonería, sino que, a menudo, paralizan la
vida de las logias, impidiendo que cumplan verdaderamente el trabajo
iniciático.
Asimismo, cuando se estudia el impacto internacional de la masonería
no se puede ignorar el importante papel desarrollado por la prensa —en su
acepción más amplia— en el tratamiento de la masonería, en la difusión y, a
veces, creación o manipulación de realidades y escándalos masónicos. La
resultante final es que la masonería no solo es sujeto activo de algunas
parcelas de nuestra historia más inmediata, sino también objeto pasivo —a
veces impotente ante historiadores y periodistas. En cualquier caso, la
masonería no deja de ser un tema especialmente propenso a la polémica y
toma de posiciones. Intentos de definir la masonería los hay y ha habido en
gran cantidad y con una gran diversidad de matices e intenciones. Puestos a
elegir una que sirva de ejemplo teórico, puede ser sintomática, por la fecha y
momento histórico, la que la propia masonería española hizo pública en
Madrid en 1934 y que se lee en la Constitución del Gran Oriente Español de
ese mismo año. Dice así:
La francmasonería es un movimiento del espíritu, dentro del cual tienen cabida
todas las tendencias y convicciones favorables al mejoramiento moral y material del
género humano. La francmasonería no se hace órgano de ninguna tendencia política o
social determinada. Su misión es la de estudiar desinteresadamente todos los
problemas que conciernen a la vida de la humanidad para hacer su vida más fraternal.
La Francmasonería declara reconocer, por base de su trabajo, un principio
superior e ideal, el cual es generalmente conocido por la denominación de Gran
Arquitecto del Universo. No recomienda ni combate ninguna convicción religiosa, y
añade que ni puede, ni debe, ni quiere poner límites, con afirmaciones dogmáticas
sobre la Causa Suprema, a las posibilidades de libre investigación de la verdad. Exige
a sus afiliados el mínimo despertar del espíritu producido por la inquietud, eterna en
el hombre, de investigar, para procurar comprenderla, esa Causa Suprema, y por ello
declara que no pueden pertenecer a la Institución los espíritus adormecidos que no
sientan tal inquietud.
El respeto de la francmasonería a todas las opiniones y organizaciones religiosas
no alcanza, sin embargo, a las exenciones, prerrogativas y privilegios que reclaman y
exigen para su existencia las religiones. Pues que todas son para la francmasonería
igualmente respetables, la francmasonería no reconoce la necesidad de que una o
alguna de ellas disfrute preeminencias y derechos que no reconocen a las demás.
En este concepto, la francmasonería exige e impone a cuantos la profesan la más
completa y verdadera tolerancia. El que no se sienta con la serenidad de ánimo
suficiente para poder ser del todo tolerante con todas las creencias y con todas las
opiniones honradamente profesadas, no debe ser masón.
Más adelante se dice:
La Francmasonería acata las Instituciones legítimas que existan y puedan existir
en su país.
Y declara por último:
Que es tarea primordial, a la que dedica sus actividades, la de trabajar por la paz
de los pueblos, y que condena todo procedimiento de fuerza encaminar a producir la
guerra entre ellos.
La masonería —se puede decir a modo de conclusión-— no es ese mito
maniqueo donde los unos sólo ven maldad, intriga, contubernio, y los otros a
la preclara responsable de todo lo bueno —progresivamente hablando— que
ha sucedido en el mundo en los últimos tres siglos. La masonería tiene
ideales elevados, y a ella han pertenecido hombres célebres e importantes.
La masonería se presenta como una asociación legitima y respetable que no
merece la hostilidad de que ha sido objeto a lo largo de su historia, si bien a
veces ha contribuido a suscitarla. Desde su fundación en 1717, en cada
generación ha atraído a hombres y mujeres que buscaban un sentido de la
vida y que deseaban un mundo mejor y más hermoso. El reverso de la
medalla radica no solamente en el abismo entre realidad e ideal, sino, sobre
todo, en la aplicación del propio proyecto o utopía masónica, que, en la práctica
--como en toda sociedad humana — no siempre se ajusta a los fines
propuestos.

nota:
Téngase en cuenta  que a pesar de ser un estudioso desde el punto de vista histórico de la Orden de la "escuedra y el compás", se entiende lógicamente que el sr. Benemelli no es máson, es decir, no es un "iniciado" en la esencia y espiritualidad masónica, de ahi que solo pueda  llegar a dominar la cuestión doctrinal y cógnositiva. A pesar de ello, es un buen referente.

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