sábado, 31 de marzo de 2012

¿A que fue el Papa a Cuba?

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Imágen algo distorsionada pero real de un ciudadano que en una misa papal en la ciudad de Santiago de Cuba, burla la seguridad y públicamente expresa sus ideas en cuanto al régimen, luego es reducido,  ofendido por sus conciudadanos y golpeado por un "agente de la cruz roja" que se supone sea miembro de una organización humanitaria, ¿este acto que demuestra? sobran las palabras.

Aqui se ve mucho mejor.


Esperanzados y  optimistas los cubanos, creyentes o no, vieron llegar, estar y abandonar Cuba en un abrir y cerrar de ojos a la figura cimera de la iglesia católica apostólica y romana, pero muchos nos preguntamos ¿cuál fue el objetivo y fin de esta “visita”? turística, de trabajo o negocios, porque ese es el fin de una visita oficial de alguien considerado como jefe de estado, ¿sino para que fue? A llevar su mensaje, de paz y esperanza en unas circunstancias especiales por la que viven los cubanos que en su mayoría, esperan y necesitan cambios que no llegan.

La sociedad cubana, que lleva años tratando de sobrevivir a las diferentes y variopintas crisis que según dice el estado, son culpa del imperialismo yanqui, pues tenemos que echarle la culpa a alguien de nuestros fracasos. Ya a pocos engañan y estamos consientes de que no existe tal bloqueo y si un controvertido embargo, cuyo peor ejemplo es el que internamente promueve el gobierno que fue en un momento revolucionario y ahora es mas estático y retrogrado que una piedra y que solo nos hace involucionar y alejarnos de razonar por nuestros inalienables y más elementales derechos civiles. Pero a quien le importa, ¿a la iglesia católica? No creo que nos ofrezca alguna solución a nuestros problemas.

Joseph Ratzinger, quien fuera jefe de la congregación para la doctrina de la fe, que quiere decir conservadurismo y  retrogradas ideas fue elegido  sucesor de san Pedro. Evidentemente todos coincidirán que carece del carisma y la empatía de su predecesor, ahora nos viene a traer un mensaje, ¿pero cuál mensaje? Pienso en este sentido que ese mensaje de paz, amor y fe, debe estar a la altura de las circunstancias, ¿y estuvo el señor Ratzinger a la altura de estas en la isla antillana? Yo pienso que no. Pues en un país  con la mayoría de sus derechos inexistentes y donde las personas son reprimidas y golpeadas ¡por solo pensar diferente! este mensajero debía por una cuestión de ética teologal haber hecho algo más que darnos un viernes santo feriado.

Se reunió con la cúpula del estado que pretende retocar la fachada de su régimen con tibias reformas de tipo económicas, bien debe saber no sé si habrá olvidado el señor Papa “que no solo de pan vive el hombre” entonces por qué su mensaje y su estancia en la perla del Caribe, ¿no tuve siquiera alguna trascendencia social?.

Juan Pablo II a pesar de ser un genuino católico si sabía mucho más que este peregrino, sin llegar a excesos en su “misión”, estar donde y cuando hacía falta y sin influir directamente en los hombres. Desde  la visita a su Polonia papal a finales de los 70, su ascendiente luego en los sucesos alrededor de la caída del muro de Berlín y lo que fue el fin de bloque socialista, no  lo podemos obviar. Sin tampoco ser de mi simpatía un Papa, por la escases de la humildad de todos y cada uno de estos, Wojtyla fue muchos más que un ciudadano.

Admiro a los misioneros católicos que entregan su vida a los necesitados, eso si son mensajeros de Dios, pero alguien que solo con una vida holgadísima pasea y hace gala de las pocas fuerzas que le quedan a la  tenue diplomacia, a los cubanos sin derechos que deben buscarse la vida haciendo trampas a la ley, poco les puede aportar. Esa es mi opinión.

Cuba necesita líderes que se ubiquen en tiempo y espacio y estén a la altura de las circunstancias, y sobre todo que las ideas fanatizadas y intolerantes que trasmite el gobierno de los hermanos Castro no divida a la familia ni pisotee nuestros valores humanos y que los cubanos todos, de aquí y de allá seamos consientes de que somos hermanos e iguales, elevando nuestros casi olvidados ideales de justicia y democracia luchando por nuestro futuro. Si seguimos perdiendo esas dos sagradas instituciones, heredadas de más 50 años de re-involución, nos costará más trabajo tomar la senda del progreso y la dignidad humanas, pilares de un futuro provisorio que nuestros hijos y nietos se merecen y no debemos hacer pagarles por nuestro errores.




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