viernes, 26 de octubre de 2012

El Paganini Cubano

Imágen CCIR
Brindis de Salas en sus mejores días  luciendo dos trofeos, la Orden de la Cruz del Äguila Negra y un Stradivarius, obséquio de sus admiradores.



Corría el año de 1852 cuando nace en la Habana quien sería considerado por los críticos y músicos  de su tiempo como “el Paganini negro” uno de los más virtuosos del instrumento de su época y el más relevante violinista cubano hasta nuestros días.
Claudio José Domingo Brindis de Salas y Garrido nacía en la calle Águila de la capital cubana el  4 de agosto de 1852,  hijo del también destacado músico Claudio Brindis de Salas. De el le vino la inclinación musical aunque su abuelo  Luís  de Salas, un militar también negro se las ingenió para costearle una carrera como violinista en Europa.
En el Conservatorio de Paris inicia  su aprendizaje destacándose por su entusiasmo y virtuosismo desde los primeros momentos, a tal punto que se gradúa con honores habiéndose  destacado como estudiante a las órdenes de los ilustres Humbert Léonard y Camilo Sivori. Inicia así una ardua, talentosa y virtuosa carrera como concertista y compositor.  Comienza a participar con los mejores de su época recibiendo las mejores y las relevantes críticas. Todos los que le escuchaban se deleitaban y asombraban con su audáz talento y virtuosismo. Recorrió las más renombradas salas y teatros de Europa y América, siendo Alemania, Paris y San Petersburgo (donde fue el primer cubano en actuar) donde más destaco, los italianos se rindieron a su destreza,  al punto de bautizarle como “el paganini negro”. Siempre deslumbraba, maravillaba, emocionaba y entusiasmaba donde quiera que iba. Cualquier auditorio por grande que fuera siempre se abarrotaba para deleitarse con el “paganini cubano”. Pues para aquellos tiempos era complejo que un negro destacara en la llamada música de concierto, en el no resaltaba su raza ni su origen, deleitaba con su talento.
En Paris fue condecorado con la Orden de la legión de Honor y en la corte Berlinesa el emperador le otorgó la Orden de la Cruz del Águila Negra y nombrado Barón de Salas, aunque siempre orgulloso de su cubania, ostentaba la nacionalidad alemana luego de casarse con una bella joven.
Gira tras gira, teatro tras teatro aumentaban la fama y las riquezas del joven cubano, pero al parecer esa fue su perdición, No todas las almas buenas logran superar las embates de la fama y el dinero, y a ellas sucumbió. Al igual que su padre murió pobre, enfermo y solo, que triste final para tan sublime talento. Casi irreconocible debido a su estado de deterioro y pobreza, le hallan en la cuidad de Buenos Aires donde se había instalado. Es primeramente enterrado en una fosa común y luego gracias a amigos bonaerenses y cubanos  es trasladado a mejor sitio. Posteriormente con la ayuda de cubanos es trasladado a la habana, donde reposan sus restos. Primero en el panteón de la sociedad de  músicos cubanos y actualmente a la iglesia de Paula. Había muerto en el mes de junio de 1911, unos afirman el día 2 otros el 9. Gracias a amigos y admiradores, hoy sus restos aunque casi olvidados, descansan en paz.

Sello postal en su centenario

En una oportunidad, luego de un concierto en la Republica Dominicana un periodista escribió en El Listin Diario:
“…El violín de Brindis de Salas no es un violín, es un ser humano, un ser que solloza, que ríe, que llora, que gime, que ama, que palpita de amores infinitos…”
A años de su muerte y reivindicando su  prolífica obra el historiador cubano Néstor Carbonell expresó en su honor:
“…Solo se hunden para siempre al morir, en la soledad y el silencio, aquellos que a su paso por el mundo no dejaron más huella que una sombra. Porque los héroes, pensadores, poetas y artistas, para cuantos en fin cruzaron el mundo dando luz, morir no es acabar, sino cambiar de vida”

                                 Imagen de su casa natal en la actualiad en la calle Águila
 

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