sábado, 24 de diciembre de 2011

Los Masones y la Navidad

Los Hijos de la luz también festejan su navidad, pero a diferencia de otras Ordenes se festeja al culto de la naturaleza, celebrada en 4 ocasiones. Los dos equinoccios y en las dos etapas del solsticio de verano en invierno, de acuerdo al hemisferio donde uno se encuentre.

  Aunque el verano sea considerado generalmente como una estación a alegre y el invierno una estación de tristeza, por el hecho que el primero representa en cierto modo el triunfo de la luz y el segundo el de la oscuridad, los dos solsticios correspondientes tienen sin embargo un carácter exactamente contrario.

   Por paradójico que parezca, es muy fácil comprenderlo si se posee algún conocimiento sobre los datos tradicionales acerca del curso del ciclo anual.
   En efecto, lo que ha alcanzado su máximo, no puede sino decrecer, y lo que ha llegado a su mínimo, no puede sino comenzar a crecer. Así el solsticio de verano marca el comienzo de la mitad descendente del año, y el solsticio  de invierno el de su mitad ascendente.

   Desde el punto de vista de su significación cósmica, se comprenden mejor estas palabras de Juan el bautista, cuyo nacimiento coincide con el solsticio estival (verano) y el de (Jesús, nacido en el solsticio de invierno) “Conviene que crezca y yo que disminuya”. En realidad el periodo” alegre”, es decir beneficioso y favorable, es la mitad ascendente del siclo anual y su periodo “triste”, es decir maléfico o desfavorable, es la mitad descendente.

   El solsticio de invierno marca un momento en que el tiempo se detiene; el presente se manifiesta e un instante de eternidad. Es un tiempo de silencio, de recogimiento interior y meditación. La semilla se pudre en el interior de la tierra esperando pacientemente a que llegue el tiempo apropiado para crecer y manifestarse.
Conocemos la experiencia de la cámara  de reflexiones, de este duro camino interior hacia nuestro propio infierno, aislándonos hacia adentro, penetrando el centro mismo de las cosas, para entender cual es la esencia de las cosas y cual su apariencia, así en lo mas profundo de nuestro ser, en la noche mas larga de nuestro viaje celeste, solo nos queda una antorcha, nuestra razón resplandeciente, que apenas ilumina algunos restos óseos, que figuran otra realidad, la verdad brutal, privada del velo de las ilusiones en el fondo del V:.I:.T:.R:.I:.O:.L:. alquímico  “Vista interiora Terrea Rectificando Invenis Occultum Lapidem”.

Entonces en la noche larga descubrimos la piedra filosofal, nuestra piedra cúbica francmasónica , su sustento de las certezas que requiere  el espíritu, roca firme,  angular y cristalización salina de nuestro yo y de la construcción intelectual y moral que construye la gran obra. Bástenos recordar de nuevo los misterios de ELEUSIS y CERES, en donde el recipiendario o iniciado, era símbolo de la semilla en la tierra, que sufriendo la putrefacción da origen al nacimiento de la flor de oro y a su proceso de individualización, nacido desde sus propios suelos arquetípicos.

´  QQ:.HH:. ya preparados para los cantos del gallo, que anuncian el fin de la noche y el triunfo de la luz sobre las  tinieblas, cumplamos nuestro proceso, a la etapa ascendente de nuestro propio invierno interior. Eso celebramos en nuestras fiestas solsticiales a pesar de que de la oscuridad nacemos una y otra vez en la circularidad interminable de los días.

   Las fiestas solsticiales  son el momento simbólico en que los masones nos recogemos hacia el interior de nuestro microcosmos y advertimos nuevas verdades morales y nuevas realidades espirituales, que nos permiten continuar la gran obra.

   Así también se produce en el macrocosmos el áureo proceso de los movimientos celestes de las esferas y de la armonía con que se regenera el universo, armonía que esta en consonancia con  nuestros propios acordes interiores, que resuenan en nuestro YO con la mística melodía de las esferas.
  A medianoche en punto, en lo más profundo de la oscuridad del solsticio invernal. Hiram muere, el templo es destruido. Pero esto no es sino el anuncio del nacimiento del maestro y la renovación de los trabajos del templo.
Un TAF:.
Arturo E. Comas Leal

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