Por
José Prieto
José
Martí, el genial patriota cubano, tenía los ojos zarcos (azul, claro y puro)
pero no se percibe en las pocas fotos que existen de él.
En mi
juventud, siendo estudiante del Instituto de Segunda Enseñanza del Vedado, yo
residía con mi familia en un apartamento de la calle H #160 y también en el
mismo edificio el “coronel Cantillo” veterano del glorioso ejército Mambí, muy
respetado por los vecinos y venerado por la muchachada del barrio. En su
modesto apartamento, mientras esperaba que corrigiera un escrito mío, noté tres
cuadros pequeños –como de una cuarta. Uno de ellos era el rostro de Martí con
una bandera cubana de fondo. Impresionaba, era la primera y única vez que veía
a Martí con ojos azules; Las bandas azul celeste de nuestra bandera armonizaban
con esos ojos; por lo que al notar su firma: Cantillo, lo felicité por el
acierto de armonizar los ojos con la bandera.
No era
una licencia suya... Repuso que así eran los ojos de Martí, lo que sabía por
haber sido secretario de Gonzalo de Quesada, quién a su vez había sido el
secretario de Martí. Después me señaló los otros dos cuadritos: el recodo de un
río tranquilo entre verdes intensos y otro: solo un boceto a plumilla con
firmes y diestros trazos. Y me hizo notar que ambos estaban firmados por aquél
genio singular... José Martí.
Muchos
años después, en el club San Carlos, de Cayo Hueso, en una conferencia a la
cual tuve la suerte de asistir, una investigadora norteamericana (miembro del
staff del club), mencionó durante la lectura de un detallado retrato literario,
los ojos zarcos de José Martí; publicado allí por su primera visita (Enero 3,
1892) para recaudar fondos en la ciudad-islote; ya pujante emporio de fábricas
de tabaco y familias enteras de cubanos expertos en las muchas y delicadas
fases de la confección de “habanos”.
En
conversación personal con el Dr. Santiago Rey Pernas (eminente orador, Senador
de la República y Gobernador de la Provincia de Las Villas) en un pequeño
restaurante de la calle 8, en Miami..., le pregunté por los ojos azules de
Martí. El ya anciano rostro se iluminó al recordar con deleite: “... Yo no
conocí a Martí, pero sí..., “Azulitos”, me decía el general Loynaz del
Castillo, quién sí lo conoció.”
A
pesar de su estilo preciso, Jorge Mañach en: “Martí el apóstol”, al paso,
(página 174) menciona sus -ojos almendrados- (¿por decir: claros?). Pero
(página 247), entre las últimas páginas del mismo libro –las más terribles-
escribe: “Ximénez de Sandoval, incrédulo, examina el cadáver; el práctico
Oliva... un capitán... Chacón el mensajero, (asienten que es Martí). Bajo la
azul chamarreta ensangrentada, los papeles no dejan ya lugar a duda. Tenía –escribe
Ximénez de Sandoval- las pupilas azules...
Martí
merece que el mundo vea, la majestad de su mirada tranquila, y como en el
dibujo de Cantillo, los ojos zarcos tal como el color de las bandas de la
bandera por la que ha de morir.
Reenviado
cortesía del Dr. Diego Balmaseda
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