Ignorancia
Hipocresía
Ambición
Hipocresía
Ambición
Por: QH:.Joaquín Nicolás Aramburu
Algunas gentes,
ya por curiosidad, ya por recelo, pero siempre con ignorancia, pretenden
escudriñar los dogmas de la
Masonería , interpretarlos a su antojo y encontrar
contradicciones entre la doctrina y el proceder de ciertos miembros que, como
ya hemos demostrado en anteriores trabajos, son miembros gangrenados,
caracteres prostituidos, excepciones dolorosas de la regla general.
Sólo por el recelo se explicaría, si no se
explicara también por la ignorancia, el proceder de esos adversarios nuestros
que pasan por alto los méritos y las virtudes de la inmensa mayoría de nuestros
hermanos, para fijarse únicamente en las debilidades de unos pocos; sólo por la
ignorancia y el recelo se comprendería ese afán de querer que aparezcamos como
una masa compacta de hombres intachables y perfectos, sin que se destaque del
fondo resplandeciente de nuestra Institución ninguna mancha de esas que tan
frecuentes son en todas las colectividades.
Fúndase, para tan absurda exigencia, en que
buscamos la perfectibilidad humana, sin comprender que ese solo hecho demuestra
la injusticia de nuestros detractores;
porque somos imperfectos, buscamos. Por medio de la moral y la
instrucción, la posible perfectibilidad. Si fuéramos ángeles, viviríamos en las
regiones olímpicas, no en este mundo que es, según los fanáticos, un lugar de
prueba y un purgatorio para las almas pecadoras.
No abrigamos la pretensión de convencer a los que,
dominados por la suspicacia, no se convencerían de ningún modo, porque no hay
peor sordo que el que no quiere oír. Nuestros trabajos de propaganda van
dirigidos a aquellos que ni nos aman ni nos aborrecen, sino que permanecen
indiferentes por desconocimiento absoluto, no voluntario, de nuestra
Institución.
Pero como quiera que para la Masonería casi todos los
principios son discutibles, haremos algunas ligeras indicaciones, que acaso
modifiquen extemporáneos juicios, destruyendo pretextos que infundadamente
invocan nuestros contradictores.
Absurdo es, pues, querer hacer solidaria a la Institución toda, de
una cosa en que cada hombre es libre y responsable de sus actos; como es
absurdo fijarse en los defectos de un masón, cuando en el seno de la Iglesia hay tanto
censurable, tanto ridículo y tanto asqueroso en materia de procedimientos, no
ya entre la masa de creyentes, sino en la misma comunidad de sacerdotes.
El dogma fundamental de la Masonería , es el dogma
fundamental de todas las religiones y de todos los pueblos: base única de la
moral universal y fruto espontáneo de la sana razón.((Amar a un Ser Supremo,
sobre todas las cosas. No hacer al prójimo lo que no quisiéramos que se hiciera
con nosotros.)) Ese precepto, puramente divino, no por haber sido revelado
verbalmente jamás sino por haber nacido de la intuición humana en todos los
tiempos, es la clave de todos los trabajos masónicos.
Preguntarán nuestros contradictores: ¿Y si ese
mismo es el dogma de la
Iglesia , por qué existen ustedes? La respuesta es sencilla.
Porque la Iglesia
admite otros dogmas complementarios que la razón de muchos hombres rechaza. Y
en nuestro seno pueden conciliarse las encontradas apreciaciones, sin abandonar
el primitivo en que todos están conformes. Porque la Iglesia , como religión, no
invade otros campos que nosotros invadimos con éxito, como son los del mutuo
apoyo en las vicisitudes de la vida, y los de la escuela preparatoria de
templanza que establecemos para modificar los arrebatos de la idea política. Y
porque no es motivo suficiente para acordar la disolución de una sociedad
moralizadora, el hecho de que existan otras sociedades análogas.
Si la
Iglesia practica el bien y nosotros también lo practicamos,
no existe perjuicio para nadie. Cuanto mayor sea el número de los que practican
la virtud, menos progresos harán el vicio y mejor cumpliremos la voluntad del
Ser Supremo.
Ahora, si hay instituciones que creen ver en
nuestro apoyo el dualismo; que quisieran monopolizar las conciencias y ser
solas y únicas directoras del criterio humano, no es culpa nuestra.
Lamentamos su obcecación y seguimos adelante
nuestra obra.
Es otro error craso, creer que la Masonería , es conjunto,
tiene preferencias por determinada escuela política ni trabaja por esta, o la
otra forma de Gobierno. Ella respeta, acata y obedece el gobierno establecido
en cada país, sea republicano, sea monárquico; ella es sumisa con las leyes,
ella no crea dificultades a los poderes constituidos.
Si de su labor moral y de sus trabajos filosóficos,
brota un cambio en la opinión pública y se modifica la constitución de los
Estados, es que la razón humana, guiada por la lógica, se convence y progresa. Pero
no es que la Institución
descienda a los detalles de la política, ni tome plaza en el campo de batalla
de las banderías.
Podrá ofrecer la historia algún caso en que las
Logias, o mejor dicho, los miembros de la Logias , hayan tomado parte activa en luchas
políticas; pero eso nada prueba. Libres los hombres en ese punto, habrán usado
de su derecho. Y si en vez de uso han
cometido abuso, no importa.
También los sacerdotes católicos quemaron millares
de hombres en las hogueras de la Inquisición. Y sin embargo, ningún católico
admitirá que la
religión de Cristo, religión de paz y amor, se
fundó para achicharrar masones, ni despedazar vivos a hombres, mujeres y niños
inocentes. También los jesuitas cometieron horrores en el Paraguay y otros
países, y sin embargo, no eran más que sacerdotes cristianos. Ahora: levántese
uno bastante osado y diga si algún masón fue inquisidor o tirano.
No deben, pues, esos recelosos detractores de una
cosa que no conocen, formar conjeturas vacías de todo sentido.
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