viernes, 16 de mayo de 2014

Sobre una vieja Polémica

Estimados amigos: vamos a publicar en esta oportunidad dos artículos  sobre masonería  que son en respuesta a unas afirmaciones publicadas en un periódico conservado en Cuba por allá por los años de 1878, recién finalizada la primera guerra por nuestra independencia del colonialismo español, en plena  "tregua fecunda". El periódico La Voz de Cuba era un diario que defendía ideas colonialístas e integristas de su director y propietario Rafael de Rafael. El tema Masonería es y ha sido algo estigmatizado por los menos entendidos y más retrógrados ya desde aquellos tiempos. Pues bien, he aquí un ejemplo claro en las respuestas de estos masones a las afirmaciones del mencionado director. Espero sepan ubicar los hechos  en tiempo y espacio para una mejor comprensión.

«Sr. Director de La Voz de Cuba:

«Muy señor mío: Con el talento y particular astucia que l e distinguen á V. como hombre de polémica, dedica por tiempos, sendos artículos á denigrar y acusar, bajo todos aspectos, á la sociedad masonica, declarándola enemiga de la Religión, de los gobiernos y de la felicidad de las familias.
»Muy mal conoce V. la institución que ataca; tan mal, que adultera su objeto , da por existentes prácticas hoy del todo desusadas, confunde su organización de un modo lamentable, y aun se aventura á imputarle malversación de fondos ; todo sin base ni dato alguno verdadero. «Está, sin embargo, La Voz de Cuba en su derecho, y hasta cumple á su modo con lo que juzga su deber, acusando violentamente y concitando enemigos á una sociedad de la que l e han dado tan erróneos y pórfidos informes, y sobre la cual parece haber reunido tan pésimos antecedentes. No he de pretender yo, negar que llena V. fielmente la tarea que sin duda tiene encomendada.
«Pero lo más laudable en su conducta, no e s la tenacidad con que á vueltas de erradas noticias y combinando con arte raciocinios más ó menos sólidos, quiere V. a toda costa acabar con la Masonería (empresa en que han fracasado y a muchos hombres de genio superior); no es eso, digo, lo más laudable en la conducta de V., sino la
Lealtad y buena fe con que llama á la polémica á los masones sinceros que deseen convencerle del error en que V. vive.
»Yo, que me precio de masón sincero, y que confío poder destruir completamente y uno por uno todos los cargos que, mal enterado, hace V. á la Gran Familia, me apresuro á recoger el guante que nos arroja La Voz de Cuba de hoy; y si V. s e digna cumplir su oferta de entrar en razonada discusión acerca de la Masonería, yo á mi vez le prometo demostrarle:
»1.° Que la Masonería no es una sociedad secreta, conforme al derecho patrio,
»2.° Que no es contraria á la Religión.
»3.° Que favorece las tendencias de lodo gobierno civilizado, y aun es fuerte apoyo de la paz, de la prosperidad y de la libertad prudente, que constituyen la noble aspiración de nuestro augusto Monarca.
»4.° Que la Masonería no tiene fines ocultos, y que sus fondos se aplican á objetos caritativos y enteramente públicos, pudiéndose comprobar la legítima inversión del último, centavo que recolecta.
»Quizá en el curso de la polémica, si tengo la honra de que V. la acepte, se me ofrecerá ocasión de aducir algunas otras verdades que honran á la fraternidad masonica; pero las que apunto en esta carta serán las que primero trataré, pues, demostradas ellas, V. mismo s e r á el mejor defensor de la Masonería; que así lo tiene prometido francamente en sus escritos.
»No quiero extenderme más en esta comunicación preliminar, cuyo único objeto e s complacer el deseo, manifestado por V., de discutir mesurada y decorosamente sobre los méritos ó tachas de la Hermandad Universal
«Concluyo, pues, rogándole s e sirva publicarla en el periódico que tan discretamente dirige; y con ello dará prueba de su no desmentida buena fe, y hará merced señalada á su atento
S. S. Q. B. S. M. — Juan José Henderson. (*)

»Habana, Febrero 1.° de 1878.»

Otra respuesta al mismo tema
Sr. Director de La Voz de Cuba.
1. (1) «Estimado Director: He leído con verdadera fruición la serie de artículos que V. publica en su bien redactado periódico, contestando á las cartas que l e dirige
Juan José Hénderson sobre la Masonería, cuyos argumentos trata V. de rebatir, demostrando que los fines de e s a asociación son contrarios á la moral y al derecho.
Pero como V. desea hacer la luz por medio de la discusión, y tiene prometido no desairar ni volver la espalda á los que en términos cultos quieran esgrimir las armas de l a dialéctica en cuestión de tanta importancia y trascendencia, para demostrar la maldad ó bondad de la Masonería, y que V. ha provocado arrojando el guante á sus asociados y adeptos, el cual ha sido recogido por Hénderson como no podía menos, tratándose de un duelo en el que están interesadas miles de personas. También por mi parte acepto el reto, Sr. Director, pues quiero llevar mi grano de arena al edificio que se levanta, y entrar en
el campo, ya espigado, de l a discusión; pero como la contienda está y a empeñada, y no es leal que á un solo adversario le ataquen dos á la vez, puede departir l a contienda como le plazca, s e g ú n el temple de su lanza y el valor de sus convicciones.
2. «Huélgame de que V., Sr. Director, haya empeñado la presente discusión: conozco sus excelentes dotes para la polémica; sé que e s V. animoso adalid, que no le arredra el número de los adversarios, que defiende valerosamente, con verdadera integridad de carácter ó independencia,. sus ideas y convicciones, que son l a s que su periódico representa y el partido que á su bandera está afiliado. Sin esperar, pues, s u contestación, constándome, como me consta, la buena fe que preside sus actos en todas l a s cuestiones de interés vital para la sociedad; antes de entrar en la discusión empeñada , me limitaré por hoy á hacer algunas ligeras indicaciones que me ha sugerido la lectura del artículo IV que, bajo el rubro de
«Nuestras correspondencias masónicas ,» publicó su periódico del 13 del corriente, pues en materia de tanta importancia y trascendencia cabe también su gloria al vencido.
3. »En la contienda empeñada l e ha cabido en suerte, Sr. Director, el lado del sol, pues, según V. dice, que su contendiente Hénderson es un abogado distinguido y que lo da á conocer por l a gran habilidad con que defiende su causa; pero que la razón no está de su parte, lo cual V. no lo demuestra, pues el decir que la Autoridad ha prohibido aquí más de una vez las reuniones masónicas, es batirse en retirada. La Autoridad no puede prohibir lo que las leyes consienten: para saber esto, no s e necesita ser jurisconsulto; y si alguna vez las leyes se infringen por los que están obligados á cumplirlas y hacerlas respetar, no implica bondad ni maldad en aquello sobre que s e comete el acto arbitrario, como es toda infracción de ley. Es un derecho consignado en nuestro Código fundamental el de que puedan asociarse y reunirse , siempre que lo hagan pacíficamente, todos los españoles para cualesquiera de los fines de la vida; á e s t e derecho se da el nombre de libertad de asociación, el cual en situaciones anormales puede restringirse, cuando el orden se ve amenazado y la seguridad del Estado lo requiere; pero en épocas de paz, en que todos los asociados se encuentran en el pleno goce de sus derechos, es atentatorio al derecho individual el impedir que unos cuantos se reúnan  y cierren la puerta tras sí, con igual derecho que cada ciudadano pacífico cierra la puerta de su casa.
4. «Que la Masonería es sociedad ilícita porque e s secreta.
¡Donosa conjetura! En la hipótesis de que fuese secreta, vendríamos á parar en que todo lo secreto es ilícito, lo cual e s un silogismo á fortiori, pues sus premisas son falsas. Muchas cosas en la vida son secretas , y no son malas; el sigilo de la confesión en el tribunal de la penitencia; los claustros de religiosos donde no penetra la mirada del mundo; la limosna que recibe el pobre en su choza del óbolo que ha depositado la caridad cristiana en la bolsa de las Conferencias de San Vicente de Paul, y que en la misma forma se deposita en las colectas masónicas, sin que el que l a recibe sepa de dónde le viene y cuál es la mano g e n e r o s a que viene á mitigar su desgracia, pues una la recibe á nombre de Dios, y la otra de un hermano que no conoce; una viene de lo Alto, la otra quizás de uno tan necesitado como él. La Masonería, Sr. Director, no e s secreta; ella tiene un secreto: el bien. Cada hombre es un hermano; cada mano es la de un a m i g o .
V., Sr. Director, dice que no es masón: lo creo; si V. lo fuese, no la combatiría; y como V. dice que la conoce, y como son muchos que también la conocen sin serlo, no e s secreta, pues son ya muchos los que están en é l . Las cosas que todo el mundo sabe no son s e c r e t a s .5. «Combátala, pues, en otro terreno, y no como sociedad secreta: y a sus fines y tendencias no son desconocidos para nadie. Que e s contraria á la Religión y culto católico. El que e s t a s líneas escribe es católico y también masón. Para entrar en la Masonería no ha tenido que abjurar de la religión de sus mayores; por nadie se
l e ha exigido; no se lo prohíben sus Estatutos, no se lo impiden sus l e y e s : su l e m a son los eternos principios de moral universal, y e n su seno caben todas l a s religiones. ¿Y cómo no había de caber, Sr. Director, la católica, la religión civilizadora por excelencia, cuando las admite á todas ?
0. «Si V. me lo permite, Sr. Director, voy á decirle e l objeto, fin y tendencias, también eminentemente civilizadoras, de la Masonería, y tal cual la entendemos nosotros los masones: la emancipación universal del hombre, en la triple esfera social, política y religiosa. Prescinda V., pues, de l a parte simbólica de ritos y ceremonias, que quizás parecerán á V. ridículas, y penetre V. en. su fondo para ver si llena estos tres fines y cumple esa gran misión, haciendo un estudio profundo, en el cual me prometo ayudarle, puesto que la materia se presta á ello, donde se abre ancho campo á l a filosofía, terreno en el cual debe V. colocar la cuestión, que es el verdadero y más provechoso para todos; terreno que no e s vedado para V., puesto que V., como persona ilustrada, ha estudiado en la s aulas ó e n el retiro de su gabinete, y lo tiene demostrado en la serie de artículos que tiene publicados sobre
«Z« ciencia moderna,» y, dicho sea de paso, siento disentirle su escuela, pues pertenezco á la racionalista pura.
7. «Antes de concluir, Sr. Director, permítame advertirle ha incurrido V. en un error al tratar de rebatir al H. Henderson con respecto á lo que V. entiende por derecho patrio; error que no tiene nada de particular tratándose de una ciencia ajena á su profesión, pues, como no es V. jurisconsulto, no está V. obligado á poseer la ciencia del derecho. Es el caso que al decir V. que no conoce más derecho patrio que el que resulta de todas las leyes y disposiciones vigentes, le da V. una latitud que no tiene, pues el derecho patrio es el conjunto ó compilación de todas las leyes voladas en Corles y promulgadas por el Rey, como Presidente del Poder Ejecutivo, en todo gobierno constitucional, y no las disposiciones gubernativas y de autoridades loca l e s , de policía, etc., etc., que satisfacen las necesidades del momento, y que no forman cuerpo legal como aquellas.
«Soy de V. su atento servidor Alila, M.-. M.'.
«Habana y Marzo 14 de 1878.»-

 (*) Según puede apreciarse por los rasgos de la escritura, en la primera respuesta, quien redacta puede ser el eminente tratadista masonico Aurelio Almeida y González, ya que como afirma el mismo Rafael  el referido Henderson, era a la sazón el Gran Sec:. de la Gran Logia de la isla de Cuba y VM:. de la Logia Ciencia y Virtud, lo puede ayudar a sustentar tal afirmación, no obstante no es algo concluyente. ( consejo del H:.Ernesto t. Pina) Las reflexiones e interpretaciones  al tema las dejamos al lector.

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