domingo, 20 de febrero de 2011

Alberto Durero (1471-1528)

                                            

   Durante el siglo XV, en una pequeña aldea cerca de Nuremberg, Alemania, vivía una humilde familia de 18 hijos.
   Para poder poner el pan a la mesa de tal prole, el padre y jefe de la familia, trabaja de hasta ponerse el sol, en las minar o cualquier cosa que se le presentara para poder mantener a su esposa e hijos.
A pesar de las condiciones tan pobres en que vivían , dos de los hijos del seños Durer, tenían un sueño, querían desarrollar su talento en el arte, pero bien sabían que su padre no podía enviar a ninguno de los dos a estudiar a una Academia .Después de muchas noches  de conversaciones calladas entre los dos, llegaron a un acuerdo, lanzarían al aire una moneda y el perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios en la academia del que ganara. Al terminar sus estudios, el ganador pagaría entonces los estudios  del que trabajó en las minas, con la venta de sus obras o como fuera necesario .Lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la Iglesia, ganó Albrecht Durer (Alberto Durero 1471-1528 ) y fue a estudiar a Nuremberg, su hermano Albert comenzó entonces su  difícil trabajo en las minas como habían convenido.
   Allí  en las minas permaneció los próximos cuatro años para sufragar los  estudios de su hermano, que desde el primer momento fue una sensación en la Academia de pintura.
   Los grabados de Albrecht, sus tallados y oleos llegaron a ser mucho mejores de los de muchos de sus profesores y para el momento de su graduación, ya había comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.
Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durer se reunió en una cena festiva en su honor. Al finalizar la memorable velada se puso de pie en su lugar  y propuso un brindis en honor de su querido hermano Albert, el que  tanto  se había sacrificado en las minas para hacer sus estudios una realidad, y sus palabras fueron: “ Y ahora , Albert, hermano mío,  es tu turno , puedes ir tu a Nuremberg a proseguir tus sueños , que yo me haré cargo de ti”, todos los ojos se volvieron llenos de expectativas hacia el rincón de la mesa que ocupaba su hermano Albert, quien tenía el rostro empapado en lagrimas , y movía de un lado a otro la cabeza mientras murmuraba una y otra vez...!no...no...no!. La escena era indescriptible, toda la familia Durer reunida ante la mesa, vivía la emoción de este momento.
  Finalmente Albert, se puso de pie, secó sus lagrimas , miró por un momento a cada uno de sus seres queridos y se dirigió luego a su hermano Albrecht , poniendo su mano suavemente en la mejilla de aquel, le dijo, “No hermano, no puedo ir a Nuremberg, es muy tarde para mi, mira lo que cuatro años de trabajo en las minas han hecho de mis manos, cada hueso de mi mano al menos se ha roto una vez, y últimamente la artritis de mi mano derecha ha avanzado tanto que me costo trabajo levantar la copa durante tu brindis, mucho menos podría trabajar con delicadas líneas el compás  o el pergamino  y no podría manejar la pluma y el pincel , no hermano, para mi ya es tarde”.
   Más de 450 años han pasado  desde ese día, hoy en la actualidad los gravados, oleos, acuarelas, tallas y demás obras de Albrecht Durer pueden ser vistas en museos de todo el mundo. Pero seguramente usted como la mayoría de las personas, solo recuerden  este al que haremos mención, por lo original y trascendente de su mensaje.
    Un día para rendir homenaje al sacrificio de su hermano Albert, Albrecht Durer dibujó las manos  maltratadas de su querido hermano, con las palmas unidas y los dedos apuntando al cielo, llamó a esta magnifica obra “Manos”(imagen), pero la mayoría de las personas en el mundo abriendo su corazón cambiaron su nombre por el de “manos que oran”
   La próxima vez que vea una copia de esta creación, mírela bien, permita que le sirva de recordatorio, por si lo necesita, de que nadie, absolutamente nadie !triunfa solo!
   Siempre por insignificante que sea, o pudiera resultar hay alguien que en nuestro avance y evolución, ha estado junto a nosotros y no lo hemos percibido, reconocer esto en nuestra modestia del diario quehacer, nos da fuerza y nos limpia el camino hacia nuestra perfección.
  El sacrificio y la abnegación de Albrecht Durer han quedado para la posteridad, como la mejor prueba de la fuerza del Amor de Dios.
Tomado de la revista “Arte y Misticismo” dic/2003

                       Estudio de Manos o simplemente "Manos", hecho en 1508

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