martes, 8 de febrero de 2011

Entrevista a José A. Ferrer Benimelli sobre la Masoneria

   Fuente: revista Mas Allá

¿Es la masonería un movimiento de carácter político? ¿Han estado sus miembros vinculados a este terreno en algún momento de la historia de España? Estas son las preguntas a las que responde José Antonio Ferrer Benimeli en su obra Jefes de Gobierno masones (España 1868-1936) (La Esfera de los Libros), en la que realiza un análisis de cada uno de los presidentes de Gobierno de nuestro país, disociando su actividad política de la masónica.

Si la masonería no es un partido político, ni una religión, ni una sociedad secreta, ¿qué es?
Llevo 40 años preguntando a los masones sobre esta cuestión y cada uno dice algo diferente. La masonería podría considerarse una asociación iniciática que busca la Verdad y una escuela de formación del hombre para que sea más libre, más comprensivo y más demócrata y para que pueda encajar mejor en esa utopía de la fraternidad del Universo, de la que cada vez estamos más lejos. La masonería está por encima de las religiones y de los partidos políticos.

¿Qué requisitos hay que cumplir para formar parte de ella?
En la masonería tienen cabida los hombres de todas las ideologías, las creencias y las clases sociales que posean un denominador común: tolerancia, defensa de los derechos humanos y libertad. Por eso todas las dictaduras, incluida la del proletariado, han prohibido siempre la masonería.

Esto podría explicar que haya 5 millones de masones en el mundo, entre los que destacan grandes figuras de la historia, la política y la ciencia. ¿Esta cifra es real?
Hoy el número de masones es menor que hace 50 años. En el Reino Unido, por ejemplo, el total de miembros ha descendido en 300.000 personas en los últimos 30 años, y la logia instalada en Estados Unidos también ha disminuido. Las estadísticas francesas no son muy fiables.

PODER MASÓNICO
Según sus investigaciones, en el panteón de masones ilustres españoles hay diez jefes de Gobierno desde la revolución de 1868 hasta la sublevación militar de Franco en 1936. ¿Qué lectura hace de ello?
Desde el punto de vista masónico, la pregunta que subyace en mi libro de comienzo a fin es si los masones hacen política o si los políticos se sirven de la masonería. Resulta bastante sintomático comprobar que en estos dos momentos políticos clave la jefatura del Gobierno estaba desempeñada por masones. De los diez políticos aludidos, los cuatro primeros son de la época en la que tiene lugar la Revolución de Cádiz, mientras que los otros seis gobernaron durante la II República. El lector inteligente sacará sus propias conclusiones.

¿Qué beneficios obtuvo la masonería de su relación con la República?
A excepción del caso de Diego Martínez Barrio, que se inició en la masonería a los veintitantos años y murió siendo miembro –algo infrecuente entre los masones porque no suele darse tanta continuidad–, el resto de los políticos relacionados con la masonería no tuvo un final tan feliz ni conciliador entre los dos mundos. Un ejemplo claro es el de Manuel Ruiz Zorrilla, que en cuestión de días fue iniciado en la masonería y nombrado Gran Comendador, lo que supone no cumplir con las normas marcadas por la organización. En esta ocasión está claro que fue la masonería la que buscó al político, y no al revés. El caso de Práxedes Mateo Sagasta fue diferente. No hay que olvidar que en un momento de su vida fue jefe de Gobierno y Gran Maestre de la masonería española, pero se retiró de esta para que no le acusasen de hacer política.

La militancia masónica de algunos de estos gobernantes fue breve y anecdótica. ¿Quiénes estuvieron implicados de verdad y qué aportaron al terreno político?
Hubo cierto influjo en algunas cuestiones como la pena de muerte, la abolición de la esclavitud y la libertad individual y la de los pueblos, en concreto la de las antiguas colonias. Durante aquella época, hubo varios jefes de Gobierno que aceptaron la recomendación de la masonería de no condenar a muerte a un determinado preso, como ocurrió con el brigadier Villalcampo. Otras veces se discutió en las Cortes si se tenía que eliminar la pena capital o no, y el jefe de Gobierno y Gran Maestre decidió que era necesaria como arma disuasoria.
Así pues, nos encontramos casos en los que predomina el elemento masónico y humano y otros en los que prevalece el político. Esta es una de las preguntas que los historiadores no podemos responder. Sólo podemos exponer hechos. Y es que la masonería en algunos casos fue monárquica, en otros imperialista y en el resto republicana.

TOP SECRET
¿Qué pasó con los masones durante la dictadura franquista?
Durante la Guerra Civil ser masón era un delito penado con la muerte. Los que lograron escapar se refugiaron en México, en el norte de África y en muchas repúblicas latinoamericanas. Esto supuso la desaparición de la masonería en España, donde la condena para los procesados era de 30 años de cárcel y la confiscación de bienes y la inhabilitación perpetua para ejercer un oficio.

¿Qué podríamos decir de los símbolos masónicos?
Son los mismos de la masonería medieval, es decir, los de la construcción: la escuadra, el compás, el mallete, la plomada, el mandil del picapedrero... Los arquitectos y los aparejadores también utilizan estos emblemas, si bien los masones añaden otros símbolos que no tienen nada que ver con la arquitectura, como la hoja de la acacia. Esta tiene su origen en la leyenda del constructor del Templo de Salomón, que fue asesinado por un compañero por no entregarle los secretos y enterrado en un lugar del desierto señalado con una acacia. Leyendas como esta nacen en el siglo XVIII y proceden de la época romántica en la que la masonería se inventa los altos grados, los ritos, los disfraces... Ahora hay muchos masones esotéricos, pero a otros muchos les importa más la labor social que la vivencia puramente ritual de la logia.

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